CIUDAD DEL VATICANO, 26 julio (ZENIT.org).- El ministro de Asuntos Exteriores de Sudán, Mustafá Osmán Ismail, fue recibido esta mañana por su homólogo vaticano, el arzobispo Jean-Luois Tauran, secretario para las Relaciones con los Estados.
Lo ha revelado el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, precisando que «el ministro sudanés ha ilustrado los últimos desarrollos políticos que emprende el país hacia un multipartidismo y un sistema federal, en parte, con el objetivo de acabar con el conflicto que desde hace largos años devasta el sur de Sudán».
El comunicado dice además diplomáticamente que «el encuentro se ha convertido también en la ocasión para revisar la situación de la Iglesia católica en el país y la manera en que se pueden mejorar las condiciones de vida de la comunidad católica y permitirle, de este modo, participar más activamente en el desarrollo de la sociedad sudanesa».
Una delegación de obispos sudafricanos, que visitaron Sudán del 20 al 31 de marzo, denunció en un informe enviado a la agencia de la Santa Sede «Fides» las persecuciones y la inseguridad en que viven los cristianos del norte y sur de Sudán. «En Jartum –revelan– los refugiados viven en casas de adobe, víctimas de continuas e indiscriminadas destrucciones y desplazamientos de parte del gobierno». En estas zonas, los obispos constataron los efectos de «bombardeos indiscriminados contra objetivos civiles».
Los obispos sudafricanos denuncian en su informe que «millones de habitantes del sur viven en campos de refugiados fuera de la capital, sin servicios básicos». En los campos de Jebel Aulia, Jabarona y Dar es Salaam el agua es distribuida sólo esporádicamente, y faltan centros sanitarios y escuelas. Las únicas escuelas existentes están dirigidas por la Iglesia, pero el gobierno no permite a la diócesis de Jartum construir nuevas estructuras. «Por el contrario, por doquier –constata el informe–, están surgiendo nuevas mezquitas financiadas por el gobierno».
Dicen los obispos: «En las zonas bajo control gubernamental, los cristianos sufren todo tipo de injusticias» y citan el caso de mujeres cristianas arrestadas por haber producido y vendido –contra la disposición de la «sharia» (ley islámica)– cerveza casera». La venta de cerveza y otras pequeñas actividades son la única fuente de ingresos para las familias de los refugiados. Se señala asimismo la destrucción de iglesias y escuelas cristianas. Los obispos pudieron visitar también el Club Católico, cerca del aeropuerto de Jartum, dirigido por la archidiócesis y secuestrado por las autoridades a primeros de 1998.
En Sudán meridional, los obispos visitaron las diócesis de Torit, Rumbek, Yei y Yambio. Y denuncian los «indiscriminados bombardeos de objetivos civiles realizados por aviones Antonov, cuyas operaciones aterrorizan a las poblaciones civiles… Objetivos de las bombas son las iglesias, escuelas y hospitales dirigidos por religiosos».
El informe se detiene a analizar los intereses económicos que se esconden detrás del conflicto: «El sur es rico en petróleo y, para favorecer a las compañías de Canadá, Malasia y China, el gobierno de Jartum «limpia» sistemáticamente las áreas de los yacimientos de la presencia de la población civil».
Jartum ha sido testigo en los últimos meses de la lucha de poder entre el presidente Omar el Baschir y el ideólogo fundamentalista Hassan el Tourabi. El pasado mes de diciembre, el presidente disolvió el Parlamento presidido por Tourabi y, a primeros de mayo, depuso al adversario del cargo de secretario general del Congreso Nacional (partido en el poder, del que Baschir era también presidente). Después de la remoción del ideólogo, el presidente prometió llevar adelante el «proceso de democratización y de concordia nacional». En este contexto, tiene lugar la visita al vaticano del ministro sudanés.