PORTO ALEGRE, 31 enero 2002 (ZENIT.org–Fides).- Es necesario encontrar soluciones, no problemas, afirma el arzobispo de Porto Alegre al inaugurarse en esa ciudad brasileña el II Foro Social Mundial (FSM).
El encuentro, que concluirá el 5 de febrero, reúne a 50.000 personas que de una manera u otra se identifican con el movimiento antiglobalización.
El Foro es conocido como el «anti-Davos», pues surgió en oposición a la reunión que todos los años se organizaba en una pequeña ciudad suiza de ese nombre, en la que se reunían los protagonistas de la economía mundial. En este año, esa cita de jefes de Estado, líderes políticos, catedráticos y empresarios tendrá lugar en Nueva York.
Ante el Foro de Porto Alegre, el arzobispo Dadeus Grings, alberga contemporáneamente temores y esperanzas. En declaraciones a la agencia misionera de la Santa Sede «Fides» explica que «es un espacio de diálogo sobre problemas de actualidad» y que para su archidiócesis es «un privilegio ser un lugar de apertura a nuevas ideas».
Al mismo tiempo, subraya la urgencia de llegar a la «globalización de la solidaridad», como propone Juan Pablo II. Con tristeza reconoce que muchos participan al Foro sólo para protestar, aunque aclara que el Foro «tiene un carácter mucho más amplio que el movimiento antiglobalización».
Para monseñor Grings «es necesario encontrar soluciones, no problemas». «Y aunque el evento posee fuertes connotaciones ideológicas –subraya–, no podemos dejar de dialogar. Se necesita paciencia».
Para los organizadores, el eslogan del Foro, «Otro mundo es posible», expresa los deseos e inquietudes que han surgido con fuerza en acontecimientos de los últimos meses: las manifestaciones de Génova — durante la cumbre de los ocho países más industrializados (G8), en julio del 2001–; las protestas de la población argentina; la intervención militar en el Oriente Medio…
Para construir «un mundo nuevo» se celebrarán debates sobre una amplia gama de temas, que va desde los alimentos transgénicos hasta el socialismo como «alternativa de la esperanza».
Son sorprendentes las cifras del Foro: 20.000 delegados inscritos; 3.500 organizaciones entre sindicatos, universidades, organizaciones no gubernamentales de todo el mundo: de Kenia, Filipinas, India, Perú, Italia, México, Estados Unidos, Francia, Bélgica…
Las actividades se han dividido en «espacios temáticos», que serán discutidos en cursos, conferencias, debates, testimonios. Las organizaciones no gubernamentales (ONGs) coordinarán 600 cursos. El programa oficial prevé también manifestaciones de protesta.
Se celebrará también un Pequeño Foro Social Mundial, en el que participarán 2.000 niños, con actividades teatrales, espectáculos, circo. Valeria Viana, responsable del Pequeño Foro, explica que «si se trata de pensar en «otro mundo posible», los niños no pueden quedar fuera».
La presencia de jóvenes, que el año pasado fueron unos 3.500, se ha elevado hasta llegar a los 10.000. Para acogerlos se ha preparado un Campamento de la Juventud en la Plaça da Harmonia, en el centro de Porto Alegre. Ahí se tendrán encuentros paralelos a los del Foro, en los que se afrontará la participación de los jóvenes en la construcción del «nuevo mundo».
Monseñor Grings ha enviado un Mensaje a la población de Porto Alegre en vísperas del acontecimiento. «El Foro tratará de descubrir soluciones válidas de los problemas actuales –explica–. Merece nuestro apoyo y esfuerzo común».
En este contexto, las personas no deben tener «prejuicios o resentimientos», sino que tienen que recordar que «la Iglesia presenta su Doctrina Social como válida contribución en la búsqueda de nuevas perspectivas para nuestro tiempo. Pone a la persona en el centro de la atención. Y presenta en el principio de subsidiaridad la clave para la solución de los problemas sociales».
El arzobispo recuerda después que «la vida humana no se reduce ni a la dimensión económica ni a la social. El ser humano está dotado de una dignidad personal inalienable. No puede ser reducido a un mecanismo del engranaje social».
Hay que valorar la dimensión transcendente del hombre, para no «reducir el ser humano a la dimensión temporal, poniéndole al mismo nivel que los demás seres vivientes, que carecen de razón. Sin Dios, el hombre se siente perdido y alienado».
La Iglesia católica en Brasil participa oficialmente al Foro con un grupo de diez delegados de la Conferencia Episcopal Nacional (CNBB).
El grupo está coordinado por el presidente de la CNBB, monseñor Jaime Chemello, junto a otros obispos y consultores. El grupo ha preparado intervenciones oficiales sobre cuestiones sociales y económicas, sobre el diálogo interreligioso y sobre la contribución de las religiones a la paz.
La Cáritas brasileña, que participa también al Foro con dieciocho representantes; ofrecerá debates sobre tres temas: economía popular solidaria, deuda externa, políticas sociales. La Cáritas de Sâo Paulo presentará el «Lujo de las basuras», un proyecto social que involucra a los pobres en la recogida y reciclaje de las basuras (papel, vidrio, etc.).
Asistirá al Foro una larga lista de personalidades: Pérez Esquivel (Argentina), Nobel de la Paz de 1980; Dita Sari (Indonesia), activista pro derechos humanos; José Saramago (Portugal, escritor; Noam Chomsky (USA), profesor del MIT; Rigoberta Menchú (Guatemala), Premio Nobel de la Paz de 1992; Tariq Ali (Pakistán), periodista y activista pro democracia en Pakistán, etc.