«Desde los últimos años hasta el presente, las estadísticas de incidencia de violencia contra la mujer y los casos de crisis marital se han elevado en una proporción alarmante», advierte el obispo –de Lucena- Emilio Marquez, según la nota difundida hace diez días desde la Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas (CBCP).
«Aún poco conocidas, también son predominantes las preocupaciones por el declive de los valores morales de nuestra juventud que lleva a situaciones que difícilmente pueden afrontar, dada la ausencia de una guía apropiada y de asesoramiento», añade.
La Iglesia católica en el país asiático, a través de la Oficina de la CBCP para la Mujer, ya está encauzando esta preocupación específica por la mujer, pero aún tiene pocos trabajadores para ayudar a cuantas se encuentren en situación crítica.
De ahí que haya organizado un seminario de formación, del 29 de septiembre al 1 de octubre –en Cebu City- para futuros coordinadores de oficinas de la mujer a nivel diocesano, que a su vez puedan formar a coordinadores en las parroquias.
El programa incluye temas de compresión de los problemas que afronta la mujer, un curso básico de asesoramiento, formación en sanación de las víctimas y otros aspectos que aportarán a los participantes las habilidades necesarias en su apostolado.
Los datos de los que se hace eco la CBCP revelan que en la primera mitad del año 2000, de acuerdo con el Departamento de Bienestar Social y Desarrollo, se registraron 4.468 casos de mujeres en «circunstancias especialmente difíciles».
La mitad de ellos implicaban abusos físicos, malos tratos y agresiones, y el 14% abuso sexual.
Igualmente hace referencia el organismo eclesial a los informes de Amnistía Internacional, organización según la cual «a pesar de las prolongadas presiones de los abogados de la mujer, el gobierno ha fallado en la aprobación de legislación alguna para proteger a las mujeres de la violencia en las familias, aunque hay proyectos de ley en tramitación en el Congreso de Filipinas» .
La citada organización apunta asimismo que es común en los oficiales de policía que rechacen su intervención al considerar los abusos como un «tema familiar».