El reconocido actor y cómico italiano, Roberto Benigni ha confesado sentirse emocionado por estar presente “en el Estado más pequeño del mundo con el hombre más grande del mundo”. Lo ha dicho durante la presentación del libro ‘El nombre de Dios es misericordia’, una conversación del papa Francisco con el periodista italiano Andrea Tornielli.
De este modo, Benigni ha asegurado, con su clásica espontaneidad en la oratoria, que se trata de un libro “para llevar en el bolsillo”, que se puede leer en quince minutos, mientras el tren está retrasado. También ha observado que “no se puede hablar moderadamente del Papa. Es un revolucionario, es maravilloso”.
En la presentación del volumen, publicado en 6 idiomas en 86 países contemporáneamente, también han participado el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y un joven chino preso en Italia, Zhang Agostino Jianqing.
Bromeando, el actor italiano ha contado que de pequeño quería ser sacerdote y cuando en la escuela le preguntaban qué quería ser de mayor respondía “Papa”. Todos se reían y entonces entendió que tenía que ser cómico, ha explicado provocando las carcajadas del público.
A continuación, Benigni ha hecho una profundo análisis sobre la claridad con la que Francisco habla de la misericordia, y cómo su pontificado está siendo una evidente muestra de esta misericordia de Dios, especialmente hacia los últimos, los olvidados.
El actor ha asegurado que “Jesús es el sí de Dios” y que el “amar al enemigo es la frase más alta de la humanidad”. Del mismo modo ha precisado que la misericordia y el amor cristiano es la clave de la vida. Y Francisco “está lleno de misericordia”, en un mundo irreconocible “Francisco da misericordia”.
Por su parte, el cardenal Parolin ha precisado que quien busca revelaciones en este libro, quizá se decepciona un poco. Este “no es un libro en el que Francisco cuenta curiosidades inéditas o anécdotas particulares sobre sí mismo. Ni siquiera se trata de una amplia entrevista, sobre cuestiones de actualidad que tienen que ver con la vida de la Iglesia y del mundo, como suele suceder en las ruedas de prensa del avión, durante los vuelos de vuelta de los países que visita”. Es un libro –ha explicado el secretario de Estado– con el que el Papa nos abre su corazón. Quiere hacernos entrar, casi tomándonos de la mano, en el gran y reconfortante misterio de la misericordia de Dios. Un misterio tan alejado de nuestros cálculos humanos y también tan necesario y esperado por nosotros, peregrinos perdidos en estos tiempos de desafíos y pruebas. El objetivo de estas páginas, tal y como lo ha entendido el purpurado, no es el de ir a los casos concretos, sino más bien ampliar la mirada, encender en el corazón de todos el deseo del encuentro con el amor infinito del Señor, el deseo de experimentar en nuestras vidas este don divino, tan lejano de nuestras lógicas humanas y tan necesario para sostenernos, animarnos, levantarnos, hacernos capaces de comenzar de nuevo siempre.
Y para poner un rostro concreto a la misericordia, ha dado su testimonio Zang Agostino Jianqing. Llegó con su familia a Italia cuando tenía tan solo 12 años, y adquiriendo un carácter «violento y superficial» comenzó a preocuparse solo por la fiesta, el dinero y las chicas. Finalmente, con 19 años, cometió un error por el que fue condenado a 20 años de cárcel. Allí, entre rejas, ha conocido la fe cristiana y a Jesús. Escuchando el Evangelio, ha contado el joven preso, “dentro de mí surgía una alegría que no había sentido nunca antes. No veía la hora de que fuera domingo. Pero este deseo era de todos los días, por eso decidí participar con algunos amigos detenidos y de la cooperativa en un momento semanal de encuentro para poder compartir y amar de la mejor forma posible mi vida. Este camino me ha hizo nacer el deseo de hacerme cristiano”.
El 11 de abril de 2015 fue bautizado, confirmado e hizo la primera comunión, todo en la cárcel. “Aunque sí hubiera podido obtener el permiso del magistrado para celebrarlo fuera de la cárcel, elegí hacerlo en el lugar y con los amigos donde Jesús vino a mi encuentro y donde yo encontré a Jesús”, ha explicado el joven. Y este libro –ha asegurado– me ha ayudado a entender mejor lo que me ha sucedido.
Finalmente, ha querido dar las gracias de forma especial a Francisco “por la particular atención que tiene sobre nosotros, los presos. Nunca hubiera pensado ser invitado a participar en la presentación de un libro del Papa, ni tener la posibilidad de darle la mano, como sucedió ayer”.