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La imagen de Virgen de la Caridad del Cobre en su santuario (Foto ACGuibert)

Una histórica carta de cien años

La misiva de los patriotas cubanos al papa Benedicto XV pidiendo que nombre a la Virgen de la Caridad del Cobre como patrona de Cuba

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Por monseñor Wilfredo Pino Estévez, obispo de Guantánamo-Baracoa
(Diócesis de Guantánamo-Baracoa, Guantánamo, 3 de mayo de 2016).- Siendo aún un joven sacerdote en la iglesia de La Merced de Camagüey me emocionó tener un día en mis manos el expediente original del matrimonio del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz y su adorada Amalia Simoni Argilagos. Allí estaban las firmas de los dos enamorados.
Algo similar me ocurrió con la Carta que los Veteranos de nuestras luchas por la independencia, escribieran, el 24 de septiembre de 1915 y desde la Villa del Cobre, al entonces Papa Benedicto XV pidiéndole que nombrara Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad.  ¿Sería posible encontrar el original de esa carta? Mi interés me llevó a preguntar en la Nunciatura Apostólica o Embajada de la Santa Sede en Cuba, si se podría conseguir una copia de esa carta (…)
Las valerosas firmas de aquellos miembros y simpatizadores del Ejército Libertador Cubano venían encabezadas por el Mayor General Jesús Rabí y seguidas por muchísimas más entre las que se pueden distinguir las de Agustín Cebreco y Tomás Padró Valiente; los Generales de Brigada Tomás Padró Griñán, Vicente Miniet y Bernardo Camacho; el General Luis Bonne; los Tenientes Coroneles Rafael Gutiérrez y José Dolores Vicente; el Coronel Pedro P. Díaz; los Comandantes Ramón Garrigas y Antonio Pacheco; el Sub-Prefecto Nicolás Torres; el Sargento Raimundo Lora; y los soldados Ramón Rodríguez, Juan de la Caridad Pérez, Rafael Argilagos, Julio Sánchez, Otilio Álvarez, Pedro Núñez, Diego Estrada, Alcibiades Villegas, Patricio Vinent, etc, etc.
El deseo de tener a la Virgen de la Caridad como Patrona de Cuba había nacido tan desde el pueblo que la bella y emotiva carta escrita a máquina tiene alguna falta de ortografía y acentos que faltan o sobran y sus errores de mecanografía, pero es algo que no le quita ningún mérito sino que, al contrario, la hace todavía más preciosa porque se demuestra con ello que fue escrita por manos que supieron ser fuertes para empuñar el machete mambí pero que no encontraron el tiempo necesario para dedicarlas al estudio.
Los bravos mambises solicitaban el título de Patrona de Cuba para la Virgen de la Caridad. Por ello creo ahora conveniente explicar de qué se trata cuando hablamos de un patrono o patrona de un pueblo o de un país. Patrono es una palabra proveniente del Derecho Romano. En todo proceso judicial de la antigua Roma, el Patrono era lo que hoy llamaríamos “el abogado defensor”. Según las normas, debía ser un hombre libre, ciudadano romano, influyente, y con medios para defender a los más débiles. Era, por tanto, una persona muy importante y bienhechora, a la que acudían los necesitados para conseguir su favor en los tribunales o ante la autoridad.
¿Cómo pasó este concepto al lenguaje y a la tradición de la Iglesia? Fue San Ambrosio (c337-397), obispo de Milán, abogado y gran orador, quien aplicó a los santos de la Iglesia el nombre y la realidad jurídica del Patrono. Ambrosio preguntaba: “¿Qué hace un santo en el cielo ante Dios?” Y se respondía y enseñaba a los fieles: “Hace lo mismo que el Patrono ante el juez o el Emperador: pide, suplica, ruega por nosotros y nos obtiene de Dios los favores que le pedimos”.Así de sencillo y claro se nos explica lo que son para nosotros los Patronos o Patronas: intercesores ante Dios, como lo era el Patrono romano ante el juez o la autoridad.
El elegir un patrono nacía, en muchísimas ocasiones, del mismo pueblo, algo que después era aprobado por la autoridad de la Iglesia. Así ocurrió con nuestra Virgencita de la Caridad. Felizmente, el Papa accedió a esta solicitud de los Veteranos el 10 de mayo de 1916. Desde ese momento, decir Patrona de Cuba era igual que decir Virgen de la Caridad.
Repasando la historia vemos cómo, a través de los años, cada país ha querido tener a la única Virgen María como algo propio, como las  banderas que identifican a cada nación: para los mejicanos ella es la Virgen de Guadalupe; para los franceses es la Virgen de Lourdes; para los portugueses, la Virgen de Fátima; para los brasileños es La Aparecida; para los venezolanos, Nuestra Señora de Coromoto; y así los demás. Para los cubanos, ella es la Virgen de la Caridad.
¿A qué criatura, después de Jesucristo, han elevado los hombres más oraciones, más cantos, más iglesias, que a la Virgen María? ¿Qué criatura humana ha sido más amada e invocada, lo mismo en la alegría que en el dolor? ¿Qué nombre ha sido mencionado, después del de Jesucristo, con más frecuencia que el de María?
Cuba necesita de la Virgen de la Caridad, la Virgen del Amor, para saber buscar lo que une y no lo que divide; para saber perdonar y buscar la reconciliación; para eliminar las rencillas y curar enfermedades u olvidos de nuestra memoria, para ser misericordiosos unos con otros. Cuba necesita de la Virgen de la Caridad para que ella nos lleve a conocer a Jesucristo, amarlo y seguirlo. Ciertamente, la Caridad nos une.
(Leer el texto completo)
He aquí el facsímil de la carta original. Al brindar su transcripción se respeta la mecanografía y ortografía originales.
A S. S. Benedicto XV.
SANTÍSIMO PADRE:
Los que suscriben, hijos de la Santa Iglesia Católica
Apostólica Romana, a S. S. humildemente exponen:
Que son miembros unos y simpatizadores otros, del Ejército Libertador Cubano, título que constituye el timbre de nuestra mayor gloria, por sintetizarse en él, el supremo bien de la Libertad e Independencia de nuestra Patria; que junto a ese título, ostentamos otro, que es el de pertenecer a la Iglesia Católica Apostólica Romana, en cuyo seno nacimos, al amparo de sus preceptos vivimos y de acuerdo con éllos queremos dejar de existir; y esos dos títulos hacen que hoy, reunidos en la Villa del Cobre, en donde se encuentra el Santuario de la SANTÍSIMA VIRGEN de la CARIDAD, y postrados reverentemente ante su altar, acordemos acudir a S. S para que realice la más hermosa de nuestras esperanzas y la más justa de las aspiraciones del alma cubana, declarando Patrona de nuestra joven República a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, y de precepto para Cuba, el día que lleva su Santísimo nombre, ocho de Septiembre.
No pudieron ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fé y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen veneranda; yantes al contrario, en el fragor de los combates y en las mayores visisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro o como rocio consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción, y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados orando todo sante élla para la consecución de la victoria y para la paz de nuestros muertos inolvidados; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgenexcelsa nos prodiga, permanecieramos inactivos o mudos, y no levatáramos nuestra voz ante el sucesor de San Pedro, para que haciéndose interprete de los sentimientos del pueblo católico de Cuba y de los de su Ejército Libertador que profesan la religión de nuestros antepasados, y usando de las facultades de que se encuentra investido, declare, previo los trámites correspondientes como Patrona de la República de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre , y de fiesta eclesiástica en élla el día que lleva su santo nombre.
Por tanto, a Su Santidad suplicamos humildemente se sirva acceder benigno a nuestra solicitud.
Villa del Cobre a veinticuatro de Septiembre de mil novecientos quince.  (Siguen las firmas de oficiales, clases y soldados del Ejército Libertador)
 

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ZENIT Staff

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