El documento, de cinco folios, establece además los criterios que deben regir el funcionamiento de los institutos.
Los obispos piden que algunos de los profesores de los centros tengan como «actividad principal el dicho centro académico», y que «a los alumnos se les exija con rigor la asistencia a dos tercios de las clases como condición para poder presentarse a los exámenes», que deberán ser siempre presenciales.
Establecen además que para que el «instituto superior de ciencias religiosas pueda continuar existiendo y renovar su convenio con la Facultad patrocinadora debe tener como mínimo un promedio de 10 alumnos ordinarios por cada curso o nivel académico (30 en el conjunto de la Diplomatura)».
En un segundo apartado, el documento indica que «para conceder nuevas autorizaciones en orden a la creación de nuevos Institutos Superiores de Ciencias Religiosas con modalidad a distancia» ha de constar que éste «dispone de instrumentos pedagógicos, técnicos y de metodología, aptos para la enseñanza a distancia, de profesorado con suficiente dedicación y preparación para esa modalidad y de la infraestructura necesaria para poderla llevar a cabo con garantía de calidad».
También estipula «un número de clases presenciales con asistencia obligatoria, que sea como mínimo de 45 horas al año o un 10% de los créditos en que se matricula el alumno».
«Para velar por la calidad y el cumplimiento del estatuto académico de los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, se establecerá una Comisión de seguimiento integrada por un representante de las Facultades de Teología patrocinadoras de los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, un representante de estos Institutos de régimen presencial y otro que represente a los Institutos de modalidad a distancia, junto con el Secretario de la Subcomisión Episcopal de Universidades», concluye el documento.
El documento puede ser consultado en la página web de la CEE (http://www.conferenciaepiscopal.es).