El Papa en Santa Marta - © Osservatore Romano

Francisco en Santa Marta: cuando seguimos a los ídolos del mundo nos volvemos "católicos ateos"

Las dos cosas que hacen perder la fidelidad son: no escuchar la palabra de Dios y el corazón endurecido

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Cuando nos alejamos de Dios nos volvemos sordos a su Palabra y llegamos a ser católicos infieles e incluso “católicos ateos”, porque si no escuchamos su palabra corremos en riesgo de que el corazón se endurezca.
Fue esta la idea central de la homilía del papa Francisco en la misa que ha celebrado este jueves en la capilla de la residencia Santa Marta, inspirándose en un pasaje tomado del Libro del Profeta Jeremías.
Y si no se escucha la voz del Señor, se escuchan otras voces”, dijo, y al final “nos volvemos sordos a la Palabra de Dios”. Añadió que “si hoy nos detenemos un poco y miramos dentro de nuestro corazón todos nosotros veremos cuántas veces nos hemos vuelto sordos».
«Y cuando un pueblo, una comunidad, digamos también una comunidad cristiana, una parroquia, una diócesis, cierra los oídos y se vuelve sorda a la Palabra del Señor, busca otras voces, otros señores, y termina con los ídolos, los ídolos que el mundo, la mundanidad, la sociedad, le ofrecen. Se aleja del Dios vivo”. Se pasa a vivir entonces “en aquel mundo, en aquel clima que no hace bien y aleja cada día más de Dios”.
Reiteró que las dos cosas que hacen perder la fidelidad son: no escuchar la palabra de Dios y el corazón endurecido.
«Una infidelidad que se colma con la confusión. No se sabe dónde está Dios, dónde no está, se confunde a Dios con el diablo”, y al final «se acaba diciendo blasfemias».
“Cada uno de nosotros hoy puede interrogarse: ‘¿Me detengo a escuchar la Palabra de Dios? ¿Tomo la Biblia en la mano,  que me está hablando? ¿Mi corazón se ha endurecido? ¿Me he alejado del Señor? ¿He perdido la fidelidad al Señor y vivo con los ídolos que me ofrece la mundanidad de cada día? ¿He perdido la alegría del estupor del primer encuentro con Jesús?’.
“Hoy es –concluyó el sucesor de Pedro– una jornada para escuchar. ‘Escuchar, hoy, la voz del Señor’, hemos rezado. ‘No endurezcan su corazón’. Pidamos esta gracia: la gracia de escuchar para que nuestro corazón no se endurezca”.

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ZENIT Staff

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