(ZENIT – Roma).- El papa Francisco proveniente del aeropuerto de Mytilene, llegó en un vehículo de pasajeros acompañado por Bartolomé I y Jerónimo II, al campo de refugiados de Moria, en el cual se encuentran unas 2.500 personas.
Muchos de ellos, entre los cuales tantas madres con niños, especificaban sus países de origen: Sira, Irán, Irak, Afganistán y también sus etnias, como los Yazidis. Bartolomé I y Jerónimo II le acompañaron en este recorrido que siguió en el interior de una gran carpa.
Se vieron gestos de gran humanidad y ternura, como cuando el Papa se inclinó para recoger el biberón que se le había caído a una señora que cargaba su bebé. Algunos niños le entregaron dibujos y el Papa pidió a sus colaboradores que los llevaran sin doblarlos; y se escucharon palabras de ánimo.
Otro le pidió al Papa algo de recuerdo, como una estampita, y no faltaron personas que lloraron y le agradecieron. Un coro de niños le dedicó una canción.
Se sintió durante el recorrido el mensaje que el Papa había dado en un ‘tuit’ antes de partir: “Los refugiados no son números sino personas, con nombres, rostros e historias y deben ser tratados como tales”.