(ZENIT – 13 mayo 2019).- El 13 de mayo de 1981, a las 17:19 horas, mientras Juan Pablo II circulaba a bordo del coche oficial descapotado saludando a los numerosos fieles que le esperaban en la plaza de San Pedro del Vaticano para escuchar la audiencia general de los miércoles, Mehmet Ali Agca tenía sólo un objetivo en mente: matar al Papa.
Cuando se dirigía a la tribuna de la plaza varios disparos abatieron al pontífice que resultó gravemente herido en el abdomen y un brazo. El ataque fue perpetrado por un joven turco de 23 años, Mehmet Ali Agca, que fue capturado.
Juan Pablo II fue conducido de inmediato al hospital Gemelli, al que llegó prácticamente desangrado. Tras una larga intervención los médicos lograron salvar su vida, aunque el papa padecería hasta su muerte las secuelas del atentado.
Muchos creen que fue un milagro que el Papa se salvara, y es precisamente una «milagrosa coincidencia» que ese mismo día, 102 años antes –el 13 de mayo de 1917– la Virgen se aparecía a los tres pastorcitos en la Cueva de Iria (Fátima) y les dejaría un mensaje secreto con tres partes: la última correspondía a la revelación de este atentado, que años después leerían en el Vaticano, en el año 2000.
El pontífice hizo público su perdón a Ali Agca, de 46 años, e incluso fue a visitarle a la cárcel el 27 de diciembre de 1983.
Secreto de Fátima
Los dos primeros secretos que la Virgen reveló a los pastorcillos el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima fueron revelados por la hermana Lucía en 1941. En cambio, el tercer secreto fue transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944 y fue hecho público por el Secretario de Estado, Cardenal Angelo Sodano, el 13 de mayo del año 2000.
El tercer secreto mostraba a los niños la visión de un hombre vestido de blanco –que reconocieron como el papa– siendo disparado «por unos soldados». Así escribió Lucía el mensaje que la Virgen les dejó:
«(…) Vimos en una inmensa luz qué es Dios: ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’ a un Obispo vestido de Blanco ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios».
¿Qué fue de Ali Agca?
Mehmed Ali Agca, miembro del grupo terrorista los Lobos Grises, fue extraditado a Turquía en el año 2000 después de pasar 19 años en varias prisiones italianas.
Al llegar a su país natal, fue condenado a 7 años y 4 meses de prisión por la justicia turca por un robo a mano armada cometido en los años setenta y a cadena perpetua por el asesinato de un periodista en 1979, una pena que finalmente fue conmutada por 10 años de privación de libertad.
El hombre que trató de acabar con la vida de Juan Pablo II fue puesto en libertad el 13 de enero de 2006 jueves por la Justicia turca sin haber pedido perdón públicamente, constata un representante de la Santa Sede.