Cáritas: un año después del tifón Haiyan, Filipinas renace

La organización eclesial ha ayudado a 800 mil personas y ha recaudado 135 millones de euros

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Este sábado se cumple un año de la llegada del tifón Haiyan a las costas filipinas. Ocurrió el 8 de noviembre de 2013 y su impacto, con vientos de más de 300 kilómetros por hora y lluvias torrenciales, fue devastador para el país y sus ciudadanos. 

La ONU estima que, de una u otra manera, Haiyan afectó al 40 por ciento de la población, que vio cómo el huracán más fuerte de la historia de Filipinas arrasaba sus pueblos y ciudades, derribaba sus casas, destruía sus medios de vida (cultivos y embarcaciones de pesca, principalmente) y causaba la muerte de más de 6 mil personas.

El desastre desencadenó una fuerte solidaridad nacional e internacional. Desde el primer momento, miles de voluntarios filipinos acudieron a las islas más afectadas (el archipiélago central de las Visayas, sobre todo) para ayudar a los damnificados, mientras las organizaciones humanitarias comenzaron a distribuir asistencia humanitaria de primera necesidad y a canalizar la ayuda que venía del exterior.

La Iglesia y Cáritas Filipinas (conocida localmente como el Secretariado Nacional para la Acción Social, NASSA, por sus siglas en inglés), con el apoyo de la red internacional de Cáritas, fueron las primeras instituciones en responder a la emergencia a través de las comunidades locales y los equipos de voluntarios de las parroquias, que movilizaron recursos personales y materiales incluso antes de la llegada de Haiyan. La red de Cáritas se volcó para atender a las comunidades más vulnerables de entre los 4 millones de desplazados por el tifón y las 1,1 millones de familias que vieron como sus casas quedaban destruidas o gravemente dañadas.

En un primer momento, según ha explicado la propia organización eclesial en un comunicado, la ayuda de Cáritas se centró en garantizar la respuesta a las necesidades más urgentes de los damnificados, como agua, alimentos, higiene, abrigo y refugio temporal. Tras esta primera fase, a las pocas semanas del desastre comenzaron las tareas de rehabilitación, con el objetivo prioritario de que las personas afectadas pudieran recuperar lo antes posible sus hogares y medios de vida. Cabe recordar que Haiyan devastó 600 mil hectáreas de cultivos y dañó 28.500 barcos pesqueros.

«Nuestra acción más importante debía ser ayudarles a que tuvieran una casa y medios de vida, pero también darles esperanza y un poco de preparación para lo que pueda pasar en el futuro, incluyendo otro tifón» ha señalado el padre Melton Oso, miembro de Cáritas Filipinas, al hacer memoria del trabajo realizado.

En estos 12 meses, Cáritas Filipinas, apoyada por Cáritas Española y otras 42 Cáritas donantes de todo el mundo, ha apoyado a casi 800 mil personas afectadas por el tifón, gracias a los 135 millones de euros recaudados en todo el mundo. Con esos fondos y el trabajo diario de las propias familias damnificadas y los voluntarios, se han edificado 3.743 alojamientos permanentes resistentes a tifones, construido más de 35.000 instalaciones de suministro de agua potable y ayudado a 10.125 hogares a disponer de alimentos y de medios de vida que les permita ser autosuficientes. 

«Nuestro objetivo es construir bien, construir mejor; así, si viene otro Haiyan no podrá llevarse nuestra casa», ha apuntado John Manuel, una de las personas que perdió su vivienda por el tifón.

Las aportaciones solidarias de los donantes españoles han permitido mejorar la vida de John Manuel y otros miles de compatriotas suyos. En total, Cáritas Española ha aportado hasta la fecha 1,2 millones de euros a los sucesivos llamamientos de ayuda de emergencia de Cáritas Filipinas. A esos fondos hay que sumar otra partida de 300 mil euros recién enviados a la Archidiócesis de Palo para la construcción de un centro polivalente, que hará las funciones de dispensario médico, de hogar para niños abandonados y de centro de acogida para personas mayores.

El programa de rehabilitación de Cáritas en Filipinas va a seguir desarrollándose a lo largo de tres años. Cuenta con un presupuesto previsto, sólo para este primer año, de 9,7 millones de euros, que se destinarán fundamentalmente a continuar con la reconstrucción de viviendas, la recuperación de medios de vida (cultivos y aparejos agrícolas, ganadería y barcos de pesca, entre otros), y la rehabilitación de las redes de agua corriente y saneamiento.

Son las mismas comunidades locales las que están dirigiendo los esfuerzos realizados para la reconstrucción. «Cáritas sólo les acompaña a la hora de diseñar su propia respuesta al tifón que cambió sus vidas y a prepararse ante un posible nuevo fenómeno natural extremo. Toda la comunidad trabaja en equipo para elaborar mapas de riesgo, que incluyen, entre otra información, la ubicación de cada casa de la aldea, los materiales de qué está hecha, cuántos miembros integran la familia, si hay niños, ancianos o personas con discapacidad, etc. Toda esa información ayuda a definir la vulnerabilidad de cada hogar y a adoptar medidas para reducir dicha vulnerabilidad ante un nuevo tifón o terremoto», han apuntado. 

«No estamos construyendo una casa; estamos construyendo una familia, una comunidad, y una Iglesia más fuerte y unida», ha destacado el padre Melton Oso.

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ZENIT Staff

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