El cardenal George Pell, concluyó este miércoles en video-conferencia la cuarta audiencia ante la «Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse» que investiga los casos de abusos sexuales a menores cometidos por clérigos o personas relacionadas con la Iglesia en Australia en los años 70 y 80.
El cardenal, sobre el cual no pesa ninguna acusación judicial, ha sido escuchado en cuanto persona informada de los hechos, como ya lo realizó personalmente en la investigación de una comisión parlamentaria de Victoria y dos veces ante la Real Comisión, durante los viajes que realizó en el 2014 a Sidney. Pell no está investigado por casos de abuso, sino como sospechoso de haber encubierto a alguno de los abusadores, lo que el purpurado negó categóricamente.
Para entender la dimensión del caso australiano baste saber que en la diócesis australiana de Ballarat, solo la congregación de los “Hermanos Cristianos” tuvo que responder por 850 crímenes en diversos institutos escolares. Y que se registraron 47 suicidios entre las personas abusadas. La Iglesia tuvo que pagar 37 millones de euros como indemnización y más de un sacerdote se encuentra en prisión por haber cometido estos crímenes.
La Comisión quiso saber en la primera audiencia si el cardenal ahora ‘ministro de economía’ de la Santa Sede, qué poder tenía para disponer de fondos en cuanto jefe de la Secretaría de Economía Vaticano, a lo que respondió que él era el equivalente a un tesorero.
Todos los crímenes seriales cometidos por los Ridsdale, Dowlan, Searson, Ryan, fueron cuando Pell –nacido en 1941– estaba en el seminario y después de ordenado sacerdote en 1966. Pell fue ordenado obispo y auxiliar de Melbourne solo en 1987, cuando lo peor había pasado.
Las cuatro audiencias en vídeo-conferencia, de unas cuatro horas cada una, realizadas en un hotel de Roma, en la cual el cardenal declaró jurando sobre la Biblia, contaron con la presencia de algunos del grupo de las 14 víctimas que vinieron desde Australia para estar presentes en las declaraciones y que vestían una camiseta con un escrito que decía “No more silence” (No más silencio).
El cardenal aseguró que no supo nada de los numerosos casos de pedofilia en la diócesis en Ballarat en la que fue vicepárroco entre 1973 y 1983, y que el obispo Ronald Mulkearns el cual trasladó de una diócesis a otra al cura pedófilo Ridsdale, no le informó de nada.
La Comisión de investigación considera que su predecesor, monseñor Frank Little, arzobispo de Melburn de 1974 a 1996, fallecido en 2008, estaba al tanto de lo ocurrido. El cardenal Pell reconoció que “mons. Little en algunas ocasiones no actuó como debía y no dio las informaciones” ya que “no las puso a disposición del comité de consultas que gestionaba el personal eclesiástico”. Y explicó el esquema utilizado por su predecesor a través de indemnizaciones para frenar las causas judiciales contra la diócesis.
La clave de las audiencias estuvo al inicio de la primera, cuando el cardenal señaló como esclarecimiento inicial: “No estoy aquí para defender lo indefendible. Los errores fueron principalmente personales, fracasos personales más bien que de estructura. Hubo en el pasado razonables quejas por casos de abusos, pero la costumbre común era la de no señalarlos a la policía”.
En todas las horas de intenso interrogatorio los particulares son muchos. El purpurado señaló que nunca intentó comprar el silencio de las víctimas. En uno de los casos reconoció que su falta “fue limitarse a pedirle al capellán de una escuela si las voces eran verdaderas” y que ahora, 40 años después “concuerdo que habría podido hacer más”.
El cardenal Pell declara en videoconferencia desde el hotel Quirinale en Roma
Concluyen las audiencias al cardenal Pell sobre abusos en Australia
El purpurado escuchado como persona informada sobre los hechos, aseguró que hoy nos queda claro que podíamos haber hecho mucho más