El cardenal Kasper encomienda la unidad de católicos y ortodoxos a la Virgen de Kazan

En la Eucaristía celebrada en la Basílica de San Pedro antes de llevar el Icono a Moscú

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 agosto 2004 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos confió el jueves a la «poderosa intercesión de la Virgen de Kazan» el «importante acontecimiento ecuménico» que representa la entrega del venerado Icono al patriarca Alejo II como don de Juan Pablo II a la Iglesia ortodoxa rusa.

El cardenal Walter Kasper encabeza la delegación que ha partido este viernes hacia Moscú (Cf. Zenit, 25 de agosto de 2004) y que llevará la imagen a la Iglesia de la Dormición, en el Kremlin, el sábado 28 de agosto.

El Icono de la Madre de Dios de Kazan ha permanecido durante los últimos años en el apartamento del Papa. Antes de abandonar el Vaticano, se previó que los fieles tuvieran oportunidad de rezar ante él, como así ocurrió en la concelebración eucarística que presidió en la tarde del jueves el cardenal Kasper en la Basílica vaticana.

En el curso de sus traslados –que lo llevaron a principios del siglo pasado al otro lado del telón de acero–, el Icono de la Madre de Dios de Kazan se ha convertido «en punto de referencia para ortodoxos y católicos», reconoció el purpurado en su homilía.

«La Virgen nos ha como precedido en el camino de nuestro empeño ecuménico, ha anticipado nuestro camino reuniendo en la oración a las dos partes divididas de la cristiandad», añadió.

Invitando a todos los fieles a acompañar con su oración el viaje a Moscú de la delegación vaticana, el cardenal Kasper expresó un deseo: «Esperamos ardientemente que este venerado Icono, punto de referencia en el pasado para la Iglesia ortodoxa, sea en el futuro también un eje de cohesión y de unidad para los fieles ortodoxos y católicos que piden en la oración su plena unidad».

«Estoy convencido –subrayó el purpurado– de que la Virgen de Kazan, gracias a su poderosa intercesión, será nuestro apoyo y nuestra aliada en el empeño de superar las reservas, las dificultades, los malentendidos y las diferencias de fe que lamentablemente aún existen entre nosotros».

«Gracias a su intercesión ante el trono de Dios, ésta reunirá perfectamente a la Iglesia católica y a la Iglesia ortodoxa rusa en la única Iglesia de Cristo», aseguró el presidente del dicasterio recalcando que «la entrega del icono al patriarca Alejo II constituye un importante acontecimiento ecuménico» .

Pero para el purpurado, el Icono «es también el símbolo de la nueva Europa y del proceso de unificación del continente, al que Rusia pertenece cultural y religiosamente».

De hecho, tras «dos terribles guerras» y dictaduras «totalitarias y ateas» del siglo XX y «frente al fenómeno imperante del secularismo, Europa tiene necesidad de una profunda renovación en la fe», explicó.

En este sentido, «la Virgen representa todos los valores que presupone una renovación tal: la dignidad de la persona humana, la santidad de vida, la salvaguardia del matrimonio y de la familia, los valores del derecho y de la justicia como pilares de la paz –expresó–. La vida y la unidad de la comunidad de los pueblos europeos podrán tener estabilidad sólo si se fundan en estos valores».

La entrega del Icono es «un gesto que manifiesta el afecto del Sucesor de Pedro por el Patriarca y el Sínodo de la Iglesia Ortodoxa y el pueblo ruso», afirmó por su parte el arzobispo Leonardo Sandri –sustito de la Secretaría de Estado del Vaticano— al presidir el mismo jueves en la basílica vaticana los Laudes en honor de la Virgen María ante la imagen de la Madre de Dios de Kazan.

El gesto encierra igualmente «el deseo y el firme propósito del Papa de Roma de progresar junto» a los ortodoxos rusos «en el camino del recíproco conocimiento y reconciliación para que se realice cuanto antes la plena unidad de los discípulos de Cristo», añadió el prelado, de cuyas palabras se hace eco este viernes «L’Osservatore Romano».

«María, desde siempre, ejerce una fascinación sorprendente y atrae hacia sí a peregrinos y fieles de toda parte del mundo –reconoció–. A Ella el pueblo cristiano, en oriente y occidente, recurre en toda circunstancia, especialmente en las más difíciles».

Miles de peregrinos ya tuvieron ocasión de despedirse en el Vaticano el miércoles pasado de la Madre de Dios de Kazan en un solemne acto de despedida, veneración y entrega del icono en la liturgia de la Palabra que presidió Juan Pablo II en el Aula Pablo VI.

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ZENIT Staff

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