El Papa: «La santidad femenina es indispensable en la vida de la Iglesia»

Mensaje a la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas

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CIUDAD DEL VATICANO, 20 mar 2001 (ZENIT.org).- «La santidad femenina es indispensable en la vida de la Iglesia», afirma Juan Pablo II en un mensaje que ha enviado a la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), reunida en estos días en Roma.

La OMOFC, fundada en 1910, ha reunido en Roma a unas 800 mujeres de 63 países de los cinco continentes para afrontar el tema «La misión profética de las mujeres». Coordina hoy a 94 organizaciones afiliadas en 56 países. Su objetivo principal es la promoción de la presencia, participación y compromiso de las mujeres, tanto en el ámbito eclesial como civil.

La asamblea, que comenzó el sábado pasado y concluirá el próximo domingo, prevé momentos de oración, espacios de reflexión, debates culturales y grupos de estudio. Al final del encuentro se elegirán también a la nueva dirección de esta institución.

El momento culminante tendrá lugar mañana miércoles con la audiencia del Papa. Ahora bien, el Papa quiso darles la bienvenida a Roma con un mensaje en el que recuerda a las delegadas y a este organización de Iglesia el compromiso por remover los obstáculos que impiden un pleno reconocimiento de la dignidad de la misión de las mujeres, tanto en la sociedad como en la comunidad eclesial.

En este sentido, se han dado interesantes intervenciones, como la de Lucienne Sallé, del
Consejo Pontificio para los Laicos, quien se mostró convencida de que la mujer tiene un papel decisivo en la participación del profetismo de Cristo, y que las mujeres se acercan a la humanidad de Jesús a través de las propias acciones cotidianas.

Marie Thérèse Avemeka, ministra para la Integración de las Mujeres en el Desarrollo, de Congo Brazzaville, se centró en la defensa de los derechos fundamentales del hombre, y exhortó a las mujeres a colaborar entre sí para construir un futuro de paz y desarrollo.

En el congreso intervino hoy la guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, quien ofreció su testimonio sobre los desafíos que esperan a las mujeres católicas tienen que afrontar hoy en la defensa de la dignidad de la mujer y de los más débiles. «Las mujeres tienen en sí una fuerza de esperanza que puede ayudar a toda la humanidad», fue la conclusión de su intervención.

El camino recorrido en el Siglo XX, continúa diciendo el Papa en su carta dirigida a la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, ha sido importante para ofrecer a las mujeres de muchos países libertad de movimientos, de decisión, de autoexpresión.

Ahora bien, añade, en algunos contextos, sin embargo, hay todavía necesidad de intervenir para defenderlas de diversas violencias vergonzosas tales como el turismo sexual o la esterilización de masa.

A esto se añade luego, dice el pontífice, el hecho de que la cultura dominante «difunde e impone modelos de vida contrarios a la más íntima naturaleza de la mujer».

En este sentido, cita el aborto, consecuencia directa de una mentalidad que exalta el egoísmo personal en detrimento del respeto a los demás y sobre todo de los más indefensos.

Juan Pablo II confía a estas mujeres católicas extendidas una misión específica: «procurar un creciente apoyo material y moral a mujeres en dificultad, víctimas de la pobreza y de la violencia».

El mensaje contiene por último una ulterior llamada a la aportación específica de las creyentes en «la transmisión del sentido genuino de la fe y aplicarlo a todas las circunstancias de la vida», tarea que la crisis espiritual y cultural de nuestra época hace todavía más urgente «en virtud de su carisma específico».

El Papa concluye diciendo que «la mujer tiene un talento en verdad único para comunicar el mensaje cristiano en la familia y en el mundo del trabajo, del estudio y del tiempo libre».

Más información sobre la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas en http://home.pi.net/~wucwo/.

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ZENIT Staff

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