El Santo Padre: “El cristiano tenga el coraje de osar, al caminar en los surcos de la vida diaria”

Audiencia pontificia a los participantes en Roma, del Congreso Serra Internacional

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 23 Jun. 2017).- El Santo Padre Francisco ha recibido este viernes en audiencia en el Vaticano, a los participantes en el 75º Congreso del “Serra International” cuyo tema es: “Siempre adelante. El coraje de la vocación”, que se está realizando en Roma, desde ayer jueves 22, hasta el próximo domingo 25 de junio, y que quiere profundizar la actividad inspirada por el franciscano Junípero Serra, misionero en México.
“Ser amigos de los sacerdotes, sosteniendo su vocación y acompañando su ministerio: ¡este es el gran don con el que ustedes enriquecen a la Iglesia!”, dijo el Papa, si bien reconoció que “en nuestros días la palabra ‘amigo’ se ha desgastado un poco”. Además porque “hay verdadera amistad sólo cuando el encuentro me involucra en la vida del otro hasta el don de mí mismo. De hecho, Jesús dice a sus discípulos: «No los llamo ya siervos […]; les llamo amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre se los he dado a conocer».
“Por lo tanto, se es amigos sólo si el encuentro no es exterior o formal, sino que se convierte en compartir el destino del otro, en compasión, en implicación, hasta entregarse por el otro”, indicó.
“El Serra Club es un lugar donde crece esta hermosa vocación: ser laicos amigos de los sacerdotes. Amigos que saben cómo acompañarlos y apoyarlos con sentido de fe, con la fidelidad de la oración y el compromiso apostólico; amigos que comparten la maravilla de la llamada, el coraje de la elección definitiva, las alegrías y la fatiga del ministerio; amigos que saben estar cerca de los sacerdotes, que saben mirar con comprensión y ternura sus altas aspiraciones, junto con sus debilidades humanas”.
Por ello les exhortó “ser para los sacerdotes como el hogar de Betania, donde Jesús entregaba a Marta y María su cansancio y, gracias a sus atenciones, podía descansar y recuperar fuerzas”.
Sobre la segunda frase del título de este congreso :’¡Siempre adelante!’, el Santo Padre les indicó: “Estoy de acuerdo que es una palabra clave de la vocación cristiana. Efectivamente, la vida del discípulo misionero está marcada por el ritmo que le imprime la llamada; la voz del Señor lo invita a dejar la tierra de sus seguridades y a iniciar el «santo viaje» hacia la tierra prometida del encuentro con Él y con los hermanos”.
“Ahora bien, no pueden caminar los que no se ponen en tela de juicio”, indicó el sucesor de Pedro, del mismo modo que ningún cristiano puede entrar en la experiencia del amor transformador de Dios si no está dispuesto a cuestionarse”, porque incluso “las estructuras pastorales pueden caer en la tentación de defenderse a sí mismas en lugar de adaptarse al servicio del Evangelio”, indicó.
“El cristiano, sin embargo, caminando en los surcos de la vida diaria sin temor, sabe que puede descubrir las iniciativas sorprendentes de Dios cuando tiene el coraje de osar, cuando no deja que el miedo prevalezca sobre la creatividad, cuando no se asusta de las novedades y sabe abrazar los retos que el Espíritu le plantea, incluso cuando requieren que cambie de rumbo y salga de los esquemas”.
Recordando a san Junípero “que cojeando, se obstina en  ponerse en camino hacia  San Diego para plantar la Cruz”, señala su temor de “los cristianos que no caminan y se encierran en su nicho”. Porque “es mejor proceder cojeando, cayendo a veces, pero siempre confiando en la misericordia de Dios, que ser ‘cristianos de museo’ que temen los cambios y que, habiendo recibido un carisma o vocación, en lugar de ponerse al servicio de la eterna novedad del Evangelio, se defienden a sí mismos y defienden sus roles”.
El Sucesor de Pedro confió: “Es triste ver a veces, que precisamente nosotros los hombres de la Iglesia, no sabemos ceder nuestro puesto, no conseguimos despedirnos de nuestros deberes con serenidad y nos resulta difícil dejar».
”¡Siempre adelante! Con coraje, con creatividad y con audacia. Sin miedo de renovar las estructuras y sin dejar que el precioso camino recorrido pierda el empuje de la novedad. Como en los Juegos Olímpicos, estén siempre dispuestos a ‘pasar el testigo’, sobre todo a las generaciones futuras, conscientes de que el fuego lo enciende el Alto, que precede nuestra respuesta y supera nuestro trabajo”.

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ZENIT Staff

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