El Vaticano exhorta a la Iglesia china: "Obediencia a Cristo y al sucesor de Pedro"

Concluída la reunión plenaria de la Comisión para los católicos chinos

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 26 abril 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto del comunicado publicado este jueves por la Santa Sede sobre la reunión plenaria de la Comisión para la Iglesia católica china que ha tenido lugar en días pasados en El Vaticano.

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Del 23 al 25 de abril corriente se ha reunido en El Vaticano, por quinta vez, la Comisión que el papa Benedicto XVI instituyó en 2007 para estudiar las cuestiones de mayor importancia, relativas a la vida de la Iglesia católica en China.

En una profunda cercanía espiritual con todos los hermanos y las hermanas en la fe que viven en China, la Comisión ha reconocido los dones de fidelidad y de dedicación que, en el curso de un año, el Señor ha donado a su Iglesia.

Los participantes profundizaron el tema de la formación de los fieles laicos, con vistas también al «Año de la Fe», que ha sido convocado por el santo padre del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. Las palabras del Evangelio. «Y Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52) ilustran la tarea a la que están llamados los fieles laicos católicos en China nutridos de la doctrina, conscientes de su pertenencia eclesial y coherentes con las exigencias de la vida en Cristo, que postula la escucha de la Palabra de Dios en la fe. En esta perspectiva, será para ellos de especial ayuda el conocimiento profundizado del Catecismo de la Iglesia Católica. En segundo lugar, están llamados a entrar en la vida civil y en el mundo del trabajo, ofreciendo con plena responsabilidad su propia contribución: amar la vida y respetarla desde su concepción hasta su fin natural; amar a la familia, promoviendo los valores que son propios también de la cultura china tradicional; amar a la patria, como ciudadanos honestos y solícitos del bien común. Como dice también un sabio chino, «la vía del gran estudio consiste en manifestar las virtudes luminosas, en renovar y acercarse a las personas, y en el alcanzar el bien supremo». En tercer lugar, los laicos chinos deben crecer en gracia ante Dios y ante los hombres, nutriendo y perfeccionando la propia vida espiritual como miembros activos de la comunidad parroquial, y abriéndose al apostolado también con el apoyo de asociaciones y de movimientos eclesiales, que favorecen su formación permanente.

Al respecto, la Comisión ha constatado con alegría que el anuncio del Evangelio, ofrecido por comunidades católicas a veces humildes y sin recursos materiales, anima cada año a muchos adultos a pedir el bautismo. Se ha subrayado, así, la necesidad de que las diócesis en China promuevan un serio catecumenado, adopten el Rito de la Iniciación Cristiana de los Adultos y cuiden su formación también después del bautismo. Los pastores deben hacer todo esfuerzo para consolidar en los fieles laicos el conocimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, en especial de la eclesiología y de la doctrina social de la Iglesia. será además útil dedicar un cuidado especial a la preparación de los agentes pastorales para la evangelización, para la catequesis y para las obras de caridad. La formación integral de los laicos católicos, sobre todo allí donde se da una rápida evolución social y un significativo desarrollo económico, es parte del empeño para hacer vibrante y vital la Iglesia local. Se auspicia, además, una especial atención a los fenómenos de las migraciones internas y de la urbanización.

Las indicaciones prácticas, que la Santa Sede ha propuesto y propondrá a la Iglesia universal para una fructífera celebración del «Año de la Fe», serán ciertamente acogidas con entusiasmo y con espíritu creativo también en China. Dichas indicaciones estimularán a la comunidad católica a encontrar iniciativas adecuadas para realizar cuanto el papa Benedicto XVI ha escrito respecto de los fieles laicos y de la familia en la Carta de 27 de mayo de 2007 a la Iglesia católica en la República Popular China (cfr nn. 15-16).

Los laicos, por tanto, están llamados a participar con celo apostólico en la evangelización del pueblo chino. En virtud de su bautismo y de la confirmación reciben de Cristo la gracia y el encargo de edificar la Iglesia (cfr Ef 4, 1-16).

En el curso de la reunión, la mirada se dirigió luego a los pastores y, en especial, a los obispos y a los sacerdotes que son detenidos o sufren injustas limitaciones en el cumplimiento de su misión. Se expresó admiración por la firmeza de su fe y por su unión al santo padre. Ellos, en modo especial, necesitan la oración de la Iglesia, para afrontar sus dificultades con serenidad y en la fidelidad a Cristo.

La Iglesia necesita buenos obispos. Ellos son un don de Dios para su pueblo, a favor del cual ejercen el oficio de enseñar, santificar y gobernar. Están además llamados a dar razones de vida y de esperanza a todos aquellos que encuentran. Reciben de Cristo, a través de la Iglesia, su tarea y su autoridad, que ejercen en unión con el romano pontífice y con todos los obispos esparcidos por el mundo.

Sobre la situación específica de la Iglesia en China, se ha notado que persiste la pretensión de los organismos, llamados «Una Asociación y Una Conferencia», de ponerse por encima de los obispos y de guiar la vida de la comunidad eclesial. Al respecto, siguen siendo actuales y de orientación las inidicaciones, ofrecidas en la susodicha Carta del papa Benedicto XVI (cfr n.7), y es importante atenerse a ellas, para que el rostro de la Iglesia resplandezca con claridad en medio del noble pueblo chino.

Tal claridad ha sido ofuscada por los eclesiásticos que han recibido ilegítimamente la ordenación episcopal y por los obispos ilegítimos que han realizado actos de jurisdicción o sacramentales, usurpando un poder que la Iglesia no les ha conferido. En días pasados, algunos de ellos han participado en consagraciones episcopales autorizadas por la Iglesia. El comportamiento de estos obispos, además de agravar su posición canónica, han turbado a los fieles y a menudo han forzado la conciencia de los sacerdotes y de los fieles que han estado implicados.

Además, dicha claridad ha sido ofuscada por obispos legítimos, que han participado en ordenaciones episcopales ilegítimas. Muchos de ellos han aclarado su propia posición y han pedido perdón, y el santo padre les ha benévolamente perdonado; otros en cambio, que también han tomado parte, no han hecho todavía tal clarificación y son por tanto exhortados a actuar cuanto antes en tal sentido.

Los participantes en la reunión plenaria siguen con atención y con espíritu de caridad estos penosos acontecimientos y, aún conscientes de las especiales dificultades de la situación presente, recuerdan que la evangelización no puede darse sacrificando elementos esenciales de la fe y de la disciplina católica. La obediencia a Cristo y al sucesor de Pedro es el presupuesto de toda verdadera renovación, y esto vale para todos los componentes del Pueblo de Dios, Los mismos laicos son sensibles a la clara fidelidad eclesial de los propios pastores.

Por lo que concierne a los sacerdotes, las personas consagradas y los seminaristas, la Comisión ha nuevamente reflexionado sobre la importancia de su formación, alegrándose por el sincero y loable empeño en el realizar no sólo adecuados itinerarios de educación humana, intelectual, espiritual y pastoral para los seminaristas, sino también momentos de formación permanente para los presbíteros. Además, se ha manifestado aprecio por las iniciativas de varios institutos religiosos femeninos para coordinar actividades de formación para las personas consagradas.

Se ha constatado, por otra parte, que el número de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa en los últimos años registra una sensible caída. Los desafíos de la situación impulsan a invocar al Dueño de la mies y a reforzar la conciencia de que cada sacerdote y cada religiosa, fieles yluminosos en su testimonio e
vangélico son el primer signo capaz de animar aún a los jóvenes y a las jóvenes de hoy a seguir a Cristo con el corazón indiviso.

La Comisión por último recuerda que el 24 de mayo próximo, memoria litúrgica de la Beata Virgen María Auxilio de los Cristianos y Jornada de oración por la Iglesia en China, será una ocasión especialmente propicia para toda la Iglesia para invocar energía y consuelo, misericordia y valor, para la comunidad católica en China.

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ZENIT Staff

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