Francia: La alta abstención signo de malestar social

Monseñor Olivier de Berranger analiza las elecciones municipales

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PARÍS, 13 mar 2001 (ZENIT.org).- El índice de abstención de las elecciones municipales en Francia que se celebraron el pasado domingo ha girado en torno al 38%. La tasa más alta jamás registrada en este tipo de comicios. Un elemento que no sólo hace reflexionar a los políticos, sino a la misma Iglesia católica.

Más allá del éxito de la izquierda en la capital y de los partidos moderados en el resto del país, la sorpresa de esta convocatoria electoral ha sido que casi un elector de cada tres ha disertado de las urnas.

Hace dos meses, monseñor Olivier de Berranger, obispo de Saint-Denis y presidente de la Comisión Social de los obispos de Francia, había pedido a los franceses que votaran mediante un documento titulado «Elecciones municipales una posibilidad para la democracia». Monseñor Berranger no esconde su insatisfacción por el aumento del desinterés político en su país.

«A pesar de la campaña electoral que, en su conjunto, ha sido de todos modos interesante y en la que los diversos partidos se han movilizado, un determinado número de electores no se siente llamado en causa –reconoce el prelado en declaraciones transmitidas por Radio Vaticano –. Creo que esto ha sucedido sobre todo en los barrios populares . Haría falta saber qué ha sucedido en la periferia pero la televisión no ha hablado de ello. Sería interesante conocer si en los barrios más «difíciles» las personas se han sentido llamadas, si han votado. Si no han ido a votar, significa que hay toda una parte de población que se siente marginada respecto a la gestión de la ciudad en la que vive. Y esto es grave».

Usted, en su mensaje, pedía «rehabilitar la política». Algunos han hablado ya de cambiar la política. Pero ¿qué política se puede proponer al ciudadano para motivarlo a votar? «Hay ciertamente un enorme esfuerzo por hacer para permitir al ciudadano participar en la vida política que no se limite a introducir una ficha en la urna cada seis años –responde el obispo francés–. Es necesario implicarlo en la vida común y esto exige, por parte de las autoridades municipales, una gran inventiva para que no trabajen ya en compartimentos estancos sino que lleguen a los distintos barrios de las ciudades, escuchen a los ciudadanos, se dirijan a los jóvenes. ¿Los jóvenes que tienen edad de votar se han sentido participando?».

Esta es la pregunta que ahora hace el obispo a los políticos con que se encuentra.

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ZENIT Staff

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