La Navidad explica el inmenso valor de toda vida humana, asegura Benedicto XVI

Invita a en el Ángelus dominical a no olvidar que el protagonista es Jesús

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este domingo que la Navidad ayuda a comprender el valor de cada vida humana, «desde su primer instante hasta su ocaso natural».

Al rezar la oración mariana del Ángelus, junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, aseguró que «en el Dios que se hace hombre por nosotros, todos nos sentimos amados y acogidos, descubrimos que somos preciosos y únicos ante los ojos del Creador».

«La Navidad de Cristo nos ayuda a tomar conciencia de lo que vale la vida humana, la vida de cada ser humano, desde su primer instante hasta su ocaso natural», aclaró el Papa, hablando desde la ventana de su estudio, en un mediodía soleado.

«A quien abre el corazón a este “niño envuelto en pañales”, que yace “en un pesebre” –añadió–, él le ofrece la posibilidad de ver con nuevos ojos la realidad de cada día. Podrá saborear la potencia de la seducción interior del amor de Dios, que logra transformar en alegría incluso el dolor».

El obispo de Roma explicó que Jesús, «al nacer en la pobreza de Belén, quiere ser compañero de viaje de cada quien».

Por eso, consideró, «en este mundo, desde que Él mismo quiso poner en él su “morada”, nadie es extranjero. Es verdad, todos estamos de paso, pero es Jesús quien nos hace sentirnos como en casa en esta tierra santificada por su presencia. Él nos pide, sin embargo, que hagamos que sea una casa acogedora para todos».

Según el sucesor del apóstol Pedro, «este es precisamente el don sorprendente de la Navidad: Jesús vino por cada uno de nosotros y en él nos ha hecho hermanos».

«De aquí se deriva el compromiso por superar cada vez más los prejuicios, por abatir las barreras y eliminar las contraposiciones que dividen, o peor aún, que oponen a los individuos y pueblos, para construir juntos un mundo de justicia y de paz», afirmó.

En la Nochebuena, aseguró, el Niño Jesús «vendrá por nosotros. Pero también quiere venir en nosotros, vivir en el corazón de cada uno de nosotros».

«Para que esto pueda tener lugar es indispensable que estemos disponibles y que nos dispongamos para recibirlo, estando dispuestos a dejarle espacio dentro de nosotros, en nuestras familias, en nuestras ciudades», sugirió.

«¡Que su nacimiento no nos encuentre sin estar preparados para festejar la Navidad, olvidando que el protagonista de la fiesta es precisamente él!», exhortó.

Benedicto XVI concluyó dirigiendo su pensamiento a «quienes se disponen a vivir la Navidad en la tristeza y en la soledad, en la enfermedad y en el sufrimiento». Y deseó: «que la Virgen traiga a todos consuelo».

El Papa presidirá las principales celebraciones litúrgicas de la Navidad en el Vaticano. En la Nochebuena, el Papa celebrará la santa misa del Gallo, a las 24,00, en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

El lunes, 25 de diciembre, a mediodía, desde el balcón central de la basílica vaticana, dirigirá su mensaje de Navidad e impartirá la bendición «Urbi et Orbi».

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ZENIT Staff

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