Los católicos greco-melquitas, puente con ortodoxos y musulmanes; explica el Papa

Una Iglesia en la que la mayoría de sus fieles hablan árabe

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 mayo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha alentado este jueves la tarea evangelizadora de la Iglesia Greco-Melquita Católica, compuesta en su mayoría por fieles de lengua árabe, y su obra de dialogo con ortodoxos y musulmanes en Oriente Medio.

El Papa acogió en la Sala Clementina del Vaticano a más de 300 peregrinos de esta Iglesia, que le fueron presentados por el patriarca de Antioquía de Siria, Su Beatitud Gregorios III Laham, quien llegó acompañado por 14 obispos. Procedían de varios países de Oriente Medio y de la diáspora.

La Iglesia Greco-Melquita, cuya sede se encuentra en Damasco (Siria), es una iglesia oriental de rito bizantino que, si bien formaba parte de las Iglesias orientales que se separaron de Roma en el año 1054, con motivo del Cisma de Oriente, regresó a la plena comunión con la Sede de Pedro en 1724.

«Relaciones fraternas» con los ortodoxos

En el contexto de Oriente Medio, el Santo Padre confesó su alegría al constatar las «relaciones fraternas» que la Iglesia greco-melquita ha establecido con los hermanos ortodoxos.

«El compromiso por la búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Cristo es una obligación urgente, que brota del deseo ardiente del mismo Señor», ha subrayado.

«Tenemos que hacer todo los posible para abatir los muros de división y de desconfianza que nos impiden realizarlo», aclaró.

«Ahora bien, no podemos perder de vista que la búsqueda de la unidad es una tarea que afecta no sólo a una Iglesia particular, sino a toda la Iglesia, en el respeto de su misma naturaleza», afirmó.

Recordando que «la unidad no es el fruto de la actividad humana, sino que ante todo es un don del Espíritu Santo», invitó invocar al Espíritu, en particular con motivo de la fiesta de Pentecostés, que tendrá lugar este domingo, «para que nos ayude a trabajar juntos en la búsqueda de la unidad».

En sus palabras de saludo, el patriarca Gregorios III Laham, insistió en el papel que esta Iglesia desempeña en el camino ecuménico hacia la unidad de los cristianos.

«Nuestra Iglesia siempre ha sido consciente de este papel –aseguró–. En particular, tuvo que vivir en las catacumbas durante 130 años para preservar nuestra comunión con la Iglesia de Roma».

«Esta comunión ha sido –y lo sigue siendo– una opción histórica, existencial, de compromiso, efectivo y afectivo, elemento de gloria y al mismo tiempo de humildad, definitivo y para siempre. Esta comunión con Roma, sin embargo, no nos separa de nuestra realidad eclesial ortodoxa», añadió Su Beatitud Gregorios III.

«Esto quiere decir que queremos vivir en el seno de la Iglesia católica, una vida que podría ser aceptada por la Ortodoxia, vivir nuestra plena y completa tradición oriental, ortodoxa, en plena comunión con Roma. Es el verdadero desafío del diálogo católico-ortodoxo», añadió.

Relaciones con el islam

En su discurso, el Papa apreció además las buenas relaciones que la Iglesia greco-melquita «mantiene con los musulmanes y con sus responsables e instituciones, así como los esfuerzos para resolver los problemas que pueden surgir, en un espíritu de diálogo fraterno, sincero y objetivo».

El Santo Padre constató con alegría que, «en la línea del Concilio Vaticano II, la Iglesia melquita se ha comprometido con los musulmanes en la búsqueda sincera de la comprensión recíproca y en la promoción, para beneficio de todos, de la justicia social, y de los valores morales, de la paz y la libertad».

En su saludo al Papa, Gregorios III Laham, reconoció que al vivir en países de mayoría musulmana, «tenemos, en relación con este mundo, una misión única, irreversible, insustituible, imperativa, casi exclusiva, pues vivimos juntos desde 1.428 años».

«Este papel está garantizado por nuestra presencia y por nuestro testimonio en el mundo árabe, y es un papel importante sobre todo en el Líbano y en Siria», concluyó.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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