Los sin techo, «icono de Cristo» sediento de dignidad

Encuentro internacional sobre la pastoral de la calle

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ROMA, martes, 4 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Más de mil millones de personas sin techo hay en el mundo y son cincuenta mil –en su mayoría mujeres y niños– las que mueren cada día porque no tienen una casa para protegerse, viviendo en condiciones higiénicas inhumanas y con agua contaminada.

Es este el drama a menudo ignorado en la sociedad de hoy que se ha denunciado en el primer Encuentro Internacional de Pastoral de las personas sin vivienda estable, en la sede del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes, del 26 al 27 de noviembre pasados.

Cincuenta personas participaron en las dos jornadas de estudio sobre el tema «En Cristo y con la Iglesia, al servicio de los sin morada fija», entre obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, miembros de asociaciones de apostolado y de voluntariado, en representación de 28 países de cuatro continentes.

El encuentro es el tercero de una serie de congresos internacionales y constata la continua atención del Consejo Pontificio a la pastoral de la movilidad humana también en la calle, que ha llevado a la publicación, el pasado mes de mayo, del documento «Orientaciones para la Pastoral de la Calle».

El dicasterio ha reunido a lo largo de los años a agentes pastorales comprometidos en los diferentes ámbitos de este apostolado, promoviendo el primer Encuentro Internacional para la Pastoral de los Niños de la Calle (25-26 de octubre de 2004) y el de Pastoral para la Liberación de las Mujeres de la Calle (20-21 de junio de 2005).

Del congreso han surgido cifras útiles para enmarcar el fenómeno de los sin techo, que incluye tanto a quienes no cuentan con una vivienda estable como a quienes tienen una casa o alojamiento inadecuados. Se ha estimado que, en las ciudades, hay más de cien millones de chicos de la calle, y que millones de personas viven en inmensas barriadas de chabolas.

Además, se calcula que, en los próximos cincuenta años, la población urbana mundial, debido a la tendencia de superpoblación y de la globalización, pueda duplicarse, pasando de 2,5 mil millones a 5 mil millones de personas.

Al indagar en las diversas realidades globales y locales de este fenómeno, emergieron también los motivos principales que impulsan a la gente a vivir en la calle o a perder su vivienda: escasa formación cultural, insuficiente preparación profesional, toxicomanía, alcoholismo, trastornos mentales, aunque también la libre elección de una vida excéntrica.

Al delinear el perfil temático en el encuentro inaugural, el cardenal  Renato Raffaele Martino, presidente del dicasterio vaticano que convocaba el encuentro, dijo que «la falta de techo no es algo nuevo. Existió en el momento en el que el pecado apareció en el mundo y nuestros ancestros fueron arrojados del lugar que había sido preparado para ellos».

Dirigiéndose a los presentes, el purpurado subrayó la llamada a hacerse «testigos auténticos y ejemplo para gobiernos y comunidades, invitando a todos a reconocer la dignidad de cada ser humano», y a «ofrecer y a recibir el amor de Dios, en una ‘catequesis activa’». «Sobre todo –subrayó–, en el centro de nuestra actuación debe estar el amor», que da «fuerza a través del encuentro personal con Cristo», alimentado por la oración constante.

Pero todavía más, una profunda «dedicación»: «No es suficiente dar cosas temporales sino que debemos estar presentes a nivel personal en todo lo que hacemos», afirmó el cardenal Martino.

En su intervención, el arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio de Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes, recordó que «desde finales de la II Guerra Mundial, el número de los sin techo en Europa occidental ha llegado a su más alto nivel, con una estimación de tres millones de personas, mientras que en Estados Unidos se habla de 3,5 millones, de los que 1,4 millones son menores».

A pesar de la escasez y dispersión de los datos de países en vías de desarrollo, añadió, «India es unos de los pocos países que han tratado de hacer un censo, en 1981, cuyo resultado es de cerca de 2,5 millones de personas sin techo. Otro censo, hecho diez años más tarde, mostró sin embargo una disminución de más de un millón respecto al anterior».

Añadió que el mayor aumento de personas sin vivienda fija se ha dado en África, Asia y América Latina, donde parece ser que «cerca del 30% de la población vive en asentamientos ilegales, carentes de infraestructuras y servicios, o hacinados en locales deteriorados» 

Al trazar las líneas guía para un enfoque pastoral eficaz, el prelado recordó que «la situación de los sin techo no es sólo la de quien no tiene casa, es el derrumbe del propio mundo, la propia seguridad, las relaciones personales y la dignidad. Es la pérdida de la capacidad de tener una vida ‘verdaderamente humana’».

Por esto, dijo, los agentes pastorales deben comprender que no basta con satisfacer las necesidades fundamentales e inmediatas para la supervivencia humana porque «en lo profundo, cada persona sin morada tiene una necesidad originaria, más grande, la de ser aceptada y trata con dignidad».

Toda la comunidad eclesial está por tanto llamada a un acompañamiento generoso y personal «en el delicado camino de recuperación e integración» de los sin techo.

Por último, concluyó invitando a ver en los sin techo »el icono de Cristo que proyecta su sombra sobre el mundo, sobre la Iglesia y sobre la sociedad»; «Cristo manifiesta su presencia en las personas sin morada fija y nos llama a aquél amor y a aquella caridad que son el sello auténtico de su vida».

Por Mirko Testa, traducción del italiano de Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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