Mons. Sako: 'Basta de fábricas de la muerte'

El patriarca caldeo de Bagdad, Louis Sako, facilita información actualizada sobre la situación en Oriente Medio, condena la producción de armas y comenta la última masacre en Túnez

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Monseñor Raphael Louis Sako, obispo caldeo de Bagdad, ha vuelto a San Giovanni Rotondo, al Hospital del Padre Pío. Se trata de una ocasión propicia y adecuada para mantener un encuentro con él y profundizar sobre nuevos temas, comenzando por una actualización sobre la situación en Irak y concluyendo con la triste tragedia de Túnez a manos del Estado islámico. A continuación la entrevista, en la que el prelado no perdona una fuerte condena a esas «fábricas de la muerte» que continúan produciendo armas.

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Mons. Sako, han tenido una amplia resonancia internacional las imágenes de la destrucción y el caos provocado por el ISIS en Nínive. Iglesias profanadas y vandalizadas, cruces removidas y banderas negras izadas en señal de conquista. Un intento de borrar la identidad de un pueblo y su memoria histórica. ¿Qué nos puedes decir sobre eso?
— Es una tragedia. Escuché hoy (19 de marzo de 2015) que un monasterio del siglo V fue destruido cerca de Mosul. Estas son personas que viven en el desierto, pero no entendido como un lugar en el que encontrar a Dios en el silencio, sino en el sentido del embrutecimiento y la barbarie que parece han alcanzado. No tienen respeto por los demás y tampoco por ellos mismos. Ni se sabe ni siquiera lo que quieren. ¿Por qué destruir todo? Es bueno que se sepa que matan también a muchos musulmanes. Pero así no hay futuro. Sólo tenemos un conjunto de secuencias negativas. Se vive en el miedo. Quieren deshacer todo, para empezar, ¿qué? Un Islam así, como ellos piensan, no es posible. No lo quieren tampoco los propios musulmanes que están abiertamente en contra de ellos. Puedo decir que de esta manera hacen daño a todos. Cuando pienso en este grupo del Isis, me viene a la mente la bestia del Apocalipsis (cfr. Ap 12, 3 ss). Destruye todo: la vida y ahora también la piedra. Me refiero al Monasterio de San Jorge, aquel en el que ha sido removida la cruz de Cristo e izada la bandera negra del califato. Estudié tres años este monasterio. Para nosotros, ver esta herencia cristiana eliminada es una cosa triste. Me pregunto si, cuando vuelva la paz, podremos arreglar alguna vez todo esto. Hay iglesias con piedras «antiguas» que hablan de la historia secular de nuestro cristianismo, una piedra nueva y moderna, podrá decir poco.

¿Qué lectura hace de la alianza entre la facción chiíta iraquí y la iraní? ¿Será capaz de repeler el avance del califato?
— Se trata de una situación compleja. De esta forma, se convierte en una lucha sectaria. El ejército iraquí es débil y la coalición internacional no parece actuar en serio para derrotar al Isis. No veo un final cercano para este conflicto y tampoco para el sufrimiento de mi pueblo, muchas familias, mujeres y niños. También me duele ver morir, sin ningún sentido, a estos jóvenes chiítas o también sunitas. Invoco una solución político-diplomática en lugar de una acción militar. Si no se para esta masacre, habrá todavía muchas otras destrucciones.

Usted ha mencionado como una clave de lectura bíblica al dragón del Apocalipsis, a la bestia de Satanás. El Isis, como las ideologías del mal del siglo XX. Ahora, ¿ cómo se conjuga la presencia masiva del mal con un tiempo de misericordia, para el cual incluso el papa Francisco ha convocado un Jubileo extraordinario?
— La fiesta de San José nos ofrece una explicación de lo que quiero decir. El humilde padre putativo de Jesús nos remite al tema de la conciencia. Él es un hombre justo, que desarrolla su pensamiento crítico y que, incluso cuando está llamado a juzgar intenta no hacer daño a nadie. De hecho, cuando ve algo que no va intenta no juzgar y se retira en su silencio orante. Creo que hoy en día no existe una formación adecuada de las conciencias. Nos damos cuenta por el hecho de que el desierto avanza. No en un sentido geográfico. Hoy se vuelve al desierto, es decir, a la naturaleza primitiva. Un escenario que la Escritura describe como una landa desolada y de aullidos solitarios, en un mundo que ha perdido la huella redentora de la creación. Estos criminales no tienen ningún sentido humano. Son una fábrica de la muerte. Han perdido la misma dignidad de su existencia. En cambio, fueron llamados para ser una fábrica de la salud. Tengo un ejemplo ante mis ojos. Estoy literalmente conquistado por el carisma que se vive en este hospital en el que me encuentro, el Hospital del Padre Pío, Casa Alivio del Sufrimiento. Me gustaría referir este testimonio porque me parece muy indicativo para hoy. Aquí se respira una especie de alianza para la salud. Muchas personas vienen aquí para trabajar por el mismo objetivo. Invoco siempre al Padre Pío en los momentos de dificultad, en la oración le pido que interceda ante el Señor por mi pueblo. Y espero que pronto pueda transmitir su carisma, incluso en la visión hospitalaria, en Irak. Todo esto me hace pensar que en el corazón del hombre existe la aspiración al bien, y con el bien hay paz y hay felicidad. Y cuando se hace el bien está todo.

Entonces, necesitamos testigos proféticos que, para usar su imagen, se configuren como “fábricas de la salud” y rechacen fuertemente las “fábricas de la muerte”.
— Sí, detallaré un poco más la imagen. Es horrible ver que hay fábricas de armas en el mundo, muchos países que invierten en la producción de armas y entre estos, por desgracia, también está Italia. Y entonces me pregunto, pero si Italia es la tierra de los santos, es el lugar con más santos del mundo, es una tierra santa, ¿por qué sigue fabricando armas que luego serán utilizadas para matar a gente inocente? ¿Por qué no fabricar cosas buenas para poder dormir en paz con la propia conciencia? ¿En armonía con uno mismo? Creo que el hombre tiene que pensar en un cambio radical de todo esto. Italia está lista para este testimonio virtuoso. Puede ser un ejemplo para el mundo. En su ámbito, empezar a desencadenar una tendencia positiva, un nuevo estilo que exprese la calidad de su tradición cristiana.

¿Qué le gustaría añadir a beneficio de todos los que se preocupan por la paz, de todos los que trabajan por la justicia y les gustaría tratar de hacer algo para revertir el curso de las cosas?
— Yo digo que estamos llamados a repensar un poco todo. Que la política sea justa y no tenga intereses individuales, es decir, que no aliente los deseos de aquellos países que pretenden solo intimidar a los demás y destruir a los que no coinciden con sus intenciones. Que la política no sea egoísta. Que la economía no cause la exclusión social y la marginación de los pobres, que a menudo se convierten en más pobres, como ha recordado el papa Francisco en la Evangelii gaudium. Sino que la religión también sea capaz de hablar al corazón e iluminar las mentes. A continuación, mis pensamientos se dirigen a los jóvenes. Temo por la cantidad de niños que no van a la escuela. Son millones, entre Siria e Irak. Mi preocupación es que constituyen una reserva desde la que se podrá desarrollar el fanatismo religioso, porque son marginados y dejados a merced de los falsos profetas. En Irak hay por lo menos diez millones de estudiantes. Pero en Mosul, por ejemplo, las escuelas están cerradas, así como en Tikrit. ¿Esto no es justo? ¿Por qué yo he podido ir a la escuela y otros no? En cambio, es necesario formar a la gente, orientar hacia el bien y no al mal. El bien, en efecto, no es solo cristiano, es humano, está en la naturaleza del hombre. Cada niño es un milagro. Sin embargo, si este niño no está orientado puede llegar a convertirse en algo malo, pienso en los campos de adiestramiento del Isis, donde hay niños de siete años en adelante. Cada niño tiene un proyecto, tiene un futuro. No podemos dejarlos así.

Una última reflexión sobre la masacre en el Museo del Bardo de Túnez…
— Un ejemplo más del dominó del mal, es decir, de todas aquellas relaciones negativas que, incrustadas en el tiempo como verdaderas y propias estructuras de pecado, falsifican la realidad. Buscar las razones de este mal, no es fácil. ¿Por qué existe el Isis? ¿Por qué tenemos el fenómeno de los combatientes extranjeros? ¿Quién tiene la culpa? ¿La sociedad? ¿Los gobiernos? ¿Las religiones? Muchos jóvenes no tienen trabajo, tienen hambre, pero muchos otros tienen un vacío interior, no poseen una vida espiritual. He aquí la masacre en Túnez. Una masacre que nos pone frente a una decisión firme ante todas las formas del mal. ¿Por qué no hacer algo para evitar el mal? Todos estos turistas asesinados querían vivir, tenían familias, sueños, planes, deseos. Me duele mucho ver estas vidas rotas por el odio.

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Giovanni Chifari

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