Monseñor Blázquez explicó el Sínodo de la Palabra a estudiantes

Fiesta de Santo Tomás en la Facultad de Teología del Norte de España

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BURGOS, domingo, 1 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- La Facultad de Teología del Norte de España celebró la festividad de su patrón Santo Tomás de Aquino. Dos actos marcaron este día: la celebración eucarística, presidida por su gran canciller Francisco Gil Hellín, y una conferencia pronunciada por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Bilbao Ricardo Blázquez.

Monseñor Blázquez disertó sobre el último Sínodo de Obispos dedicado a «La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia», informa en una nota enviada a ZEIT José Luis Barriocanal, del departamento de Información de la Facultad.

El decano, Santiago del Cura, hizo la presentación del ponente, agradeciendo y subrayando la vinculación y el gran aprecio que tiene con esta Facultad.

En la conferencia, titulada «Escuchar la Palabra de Dios: reflexiones teológicas de un obispo sinodal», el obispo de Bilbao subrayó la riqueza del encuentro sinodal, que se vislumbra ya en las cuatro grandes partes del documento: la voz de la Palabra: la revelación; el rostro de la Palabra: Jesucristo; la casa de la Palabra: la Iglesia; y, por último, los caminos de la Palabra: la misión.

Aludió al marco en el que se insertaba dicho encuentro: la celebración del año paulino, del cincuenta aniversario de la muerte de Pio XII, y de la elección de Juan XXIII.

Mostró que el tema del Sínodo está en relación con el de «la Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia», del sínodo anterior. Esto se ve no sólo a nivel de epígrafe sino desde el punto de vista teológico: por la convergencia entre la Palabra y la Eucaristía. Se trata de la «doble mesa», la de la Palabra y la de la Eucaristía.

El vicepresidente de la CEE transmitió «su gozosa experiencia sinodal, marcada por la comunión, no solo entre las diferentes conferencias episcopales del orbe y las diversas confesiones cristianas, sino también con otros credos religiosos», afirma la nota.

Destacó la intervención del rabino de Haifa, que manifestó su gratitud por la invitación a participar en el Sínodo por lo que implica de reconocimiento al pueblo de la Alianza, a la vez que hacía partícipes a los miembros sinodales de la transmisión y veneración de la Palabra de Dios en la familia, como dos realidades tan queridas en la religión judía.

Subrayó el carácter eminentemente pastoral del Sínodo por su objetivo de que la Palabra de Dios sea leída, escuchada, compartida, encarnada, transmitida y anunciada y destacó algunos puntos más relevantes, respondiendo al tema de la conferencia: «reflexiones teológicas de un obispo sinodal».

Habló sobre el significado analógico de la expresión Palabra de Dios, cuyo máximo exponente es Cristo, todo en Él (persona, mensaje, muerte, resurrección…) es Palabra de Dios reveladora, creadora y salvadora.

Un segundo punto tuvo como centro el estudio de la Escritura. Indicó cómo éste ha de implicar necesariamente dos momentos inseparables: el momento histórico-crítico y el teológico o de fe, aludiendo a la Dei Verbum 12.

En un tercer apartado, comentó la proposición 22 del Sínodo sobre la Palabra de Dios y la lectura orante de la Escritura. Tras esbozar las distintas lecturas orantes, se detuvo en la Lectio Divina como su mayor y mejor exponente, desglosando su naturaleza y etapas. Mostró a María como modelo de lectura orante de la Escritura en los cuatro verbos que marcan su itinerario espiritual: «fiat», «magnificat», «conservabat», «stabat».

Y, por último, abordó otro tema significativo: la homilía. Tras describir su naturaleza a la luz de la escena lucana del encuentro de Jesús con los peregrinos, mostró cómo la preparación de la homilía, en un marco oracional, debería responder a tres preguntas: ¿qué dicen las lecturas bíblicas?, ¿qué me dicen?, ¿qué creo yo que debo decir a la comunidad?

El acto académico concluyó con la intervención del gran canciller Francisco Gil Hellín, en la que dio las gracias al ponente por la cordialidad y profundidad de sus palabras.

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ZENIT Staff

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