Embarazo - (foto pixabay)

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Monseñor Felipe Arizmendi: «Se necesitan salvavidas»

Defender el derecho humano básico a la vida

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

VER

Un columnista del periódico nacional El Sol de México escribió: “El delito de aborto es un fenómeno similar en toda América Latina. Un factor en común es la intervención de ideas religiosas, dogmas y doctrinas, en lo que debería ser un asunto puro de salud pública y derechos humanos de las mujeres”. ¡Qué ignorancia y perversión! ¿Es salud pública matar a un inocente? ¿Es un derecho humano asesinar a otro ser humano, que no pidió venir a la vida y que no es culpable de lo que le pasa a una mujer? ¿Luchar por la vida humana en el seno materno es sólo fruto de ideas religiosas, dogmas y doctrinas? Cierto que la religión cristiana ordena no matar; pero este precepto, antes de todo, es humano, es una moral natural, es una ética de cualquier cultura civilizada, de todos los tiempos. Lo peor del caso es que muchas personas abortistas se consideran católicas, evangélicas y cristianas, demostrando con ello una aberrante ignorancia y una contradicción flagrante con su fe.

Un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la nación dijo: “El aborto es un dilema que corresponde al foro más íntimo de la mujer”. Sí y no. Sí, porque ella debe decidir en conciencia. No, porque su decisión atañe a derechos humanos de otra persona en gestación. El derecho de la mujer termina donde empieza el derecho de otro ser humano. El foro más íntimo de la mujer debe ser educado para que respete la vida que ella libremente engendró.

No falta quien insista en que nuestro gobierno es laico y que, por tanto, no debe depender de ideas religiosas, ni en éste ni en otros casos. Siguen pensando que defender una vida inocente es asunto exclusivo de quienes creemos en Dios. Sí, nuestra fe nos ilumina para no tomar caminos errados, pero esto es de elemental sensibilidad humana. No es la fe la que nos dice cuándo empieza una vida humana, sino la ciencia. Esta ha demostrado que, a partir de la concepción, se inicia el proceso de una vida humana. No son células de un pez, de cualquier vegetal o animal, sino de una persona. Y lo es desde ese momento, no hasta que empieza a latir el corazón, ni hasta que se forma el cerebro, ni hasta que el feto empieza a sentir dolor, ni hasta la 12 semana, sino a partir del primer momento. Eso dice la ciencia, no la fe. Sin embargo, hay quienes insisten en que no hay persona humana sino hasta alguno de las etapas antes dichas. Esas son sus defensas ideológicas, no acordes con la ciencia.

PENSAR

El Papa Francisco, en un discurso a quienes atienden embarazos de niños con alguna deficiencia o malformación, dijo: “Desafortunadamente, la cultura dominante de hoy no promueve este enfoque: a nivel social, el temor y la hostilidad hacia la discapacidad a menudo llevan a la elección del aborto, configurándolo como una práctica de «prevención». Pero la enseñanza de la Iglesia sobre este punto es clara: la vida humana es sagrada e inviolable y el uso del diagnóstico prenatal con fines selectivos debe ser desalentado, porque es la expresión de una mentalidad eugénica inhumana, que elimina la posibilidad de que las familias abracen y amen a sus hijos más débiles.

A veces escuchamos: «Ustedes los católicos no aceptan el aborto, es el problema de su fe». No. Es un problema pre-religioso. La fe no tiene nada que ver con eso. Viene más tarde, pero no tiene nada que ver con eso; es un problema humano. Es un problema pre-religioso. No cargamos en la fe algo que no le pertenece desde el principio. Es un problema humano. Solo dos cosas nos ayudarán a entender esto: dos preguntas. Primera pregunta: ¿es legítimo eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es permisible alquilar un sicario para resolver un problema? La respuesta es tuya. Este es el punto. No vayas a los religiosos en algo que concierne a lo humano. No es lícito. Nunca, nunca elimines una vida humana o rentes a un sicario para resolver un problema. 

El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias. Más bien, es el miedo a la enfermedad y la soledad lo que hace que los padres vacilen. Las dificultades prácticas, humanas y espirituales son innegables, pero precisamente por esta razón son urgentes y necesarias acciones pastorales más incisivas para apoyar a quienes reciben niños enfermos. Es decir, es necesario crear espacios, lugares y «redes de amor» a los que las parejas puedan recurrir, así como dedicar tiempo al acompañamiento de estas familias. Y gracias, en particular, a ustedes, familias, madres y padres, que han acogido con satisfacción la vida frágil – la palabra fragilidad debe ser enfatizada – porque las madres, e incluso las mujeres, son especialistas en fragilidad: dar la bienvenida a la vida frágil; y que ahora están apoyando y ayudando a otras familias” (25-V-2019).

ACTUAR

¡Se necesitan salvavidas, personas que luchen por defender el derecho humano básico, que es el derecho a la vida! Comprendamos a quienes consideran el aborto como su única alternativa existencial, pero ayudémosles con otras opciones favorables a la vida humana, de la madre y de la creatura.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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