Pese a la liberación de Betancourt, el pueblo sigue esperando la paz

Declaraciones del obispo de El Espinal

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

MUNICH, sábado, 6 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Aunque la liberación de Ingrid Betancourt, recibida hace unos días por el Papa Benedicto XVI, sea motivo de alegría y esperanza, la violencia sigue marcando día a día la vida de los colombianos.

Así lo ha asegurado el obispo de El Espinal, monseñor Pablo Salas, ordenado obispo hace 8 meses, en una conversación con la oficina de Munich de la asociación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
 
Debido al clima de violencia generada por los distintos agentes del conflicto social, los colombianos permanecen atemorizados por sus diversas y recurrentes acciones armadas, casi siempre e inevitablemente en contra de personas civiles.
 
La mayoría de los colombianos han sufrido directa o indirectamente en algún miembro de su familia las consecuencias de este conflicto. Particularmente la diócesis de El Espinal ubicada en el sur oriente del Departamento del Tolima y a tres horas de la capital Bogotá, ha venido sufriendo por largos años la presencia de diversos grupos armados, que han empobrecido los campos y han causado desplazamientos de su población.

En el pasado, algunas parroquias sufrieron serios daños en sus instalaciones y hace tres años uno de sus sacerdotes fue asesinado; ha informado este Obispo de 51 años de edad.
 
Según el prelado, «todos estos hechos dolorosos nos están indicando que es necesario y urgente encontrar los caminos apropiados para poner fin a la confrontación que actualmente se vive en el país».

Las causas que han generado este conflicto sustancialmente siguen siendo las mismas, es decir, «la carencia de oportunidad para todos, la creciente pobreza, especialmente en el sector campesino que es gran parte de la diócesis, la carencia de infraestructuras elementales para una vida digna como por ejemplo, la vivienda, la educación, salud y trabajo».

«Particularmente el sur del Tolima ha sido tradicionalmente la parte del departamento más olvidada por parte del gobierno departamental y central. En la actualidad no existe una buena infraestructura de vías que haga posible que los campesinos puedan comercializar sus productos y los habitantes de estos municipios se puedan mover con mayor facilidad y seguridad».

«La situación que vive la diócesis, puede ser típica de muchos otros sectores del país».
 
Según el obispo, «la Iglesia debe ser instrumento de paz y voz profética de justicia y verdad, sobre todo, para los pobres y los que sufren calamidades. La paz en Colombia no debe ser la paz de los cementerios, sino una paz viva a la que han de contribuir todas las partes».

Para el prelado, «es una lástima que, pese a ser respetado, el mensaje de la Iglesia reciba poca atención por los implicados en las soluciones. No obstante, la Iglesia sigue abierta para seguir contribuyendo a cualquier tipo de mediación que con justicia social haga posible la anhelada paz para Colombia».

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación