(zenit – 5 mayo 2020)-. Esta mañana, en directo streaming desde la Sala Marconi de Palazzo Pio, ha tenido lugar la conferencia de presentación del libro Pastoral Orientations on Internally Displaced People – Orientaciones Pastorales sobre los Desplazados Internos de la Sección de Migrantes y Refugiados (M&R) del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
En ella han intervenido el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; el padre Fabio Baggio, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del mismo dicasterio; y la Dra. Amaya Valcárcel, coordinadora internacional de advocacy del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), Oficina Internacional, Roma.
Orientar a la Iglesia
Tal y como describe el cardenal Czerny, estas orientaciones pastorales sobre los desplazados internos han sido aprobadas por el Santo Padre y están destinadas “a orientar el ministerio de la Iglesia con los desplazados internos en la planificación y el compromiso práctico, en la promoción y el diálogo”.
En esta época de pandemia, “el virus no distingue entre los que son importantes y los que son invisibles, entre los asentados y los desplazados: todos son vulnerables y cada infección es un peligro para todos”, explica el purpurado.
De este modo, el purpurado añade que el citado volumen pretende que “los más de 50 millones de desplazados internos actuales sean reconocidos y apoyados, promovidos y eventualmente reintegrados, para que puedan desempeñar un papel activo y constructivo en su país, incluso si causas poderosas, tanto naturales como humanas injustas, los han obligado a huir de sus hogares y a refugiarse en otro lugar. En el mundo post-COVID-19 que está surgiendo, su contribución será muy necesaria”.
Datos y estructura
El padre Fabio Baggio, por su parte, remitió a los datos más recientes del Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC, 2020). En 2019 se registraron 33,4 millones de nuevos desplazados internos en todo el mundo. 8,5 millones se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a conflictos de diversa índole, mientras que 24,9 millones lo hicieron debido a catástrofes.
Estas cifras, junto con su frecuente invisibilidad y la vulnerabilidad que causa justifican la preocupación del Santo Padre y el interés particular de la Sección de Migrantes y Refugiados, condujeron a la redacción de las citadas orientaciones.
Las disposiciones se agrupan en torno a los cuatro verbos con los que el Santo Padre sintetizó la pastoral de los migrantes: acoger, proteger, promover e integrar y la estructura que se sigue para cada punto, resaltando “por un lado los desafíos y por otro las respuestas que deben ser reforzadas y/o implementadas por la Iglesia”, afirma el sacerdote.
Acoger, proteger, promover
El verbo “acoger” pone de relieve “la precariedad en que se encuentran muchas de las comunidades de acogida y la responsabilidad de las instituciones tanto en caso de emergencia como en caso de desplazamiento prolongado”, describe el subsecretario de M&R.
El segundo verbo, ”proteger” propone el reto planteado por la falta de instrumentos internacionales de protección: “el aumento de la vulnerabilidad de las personas ya frágiles, la proliferación de la trata y las condiciones de riesgo en las zonas urbanas y los campos de refugiados”, así como “los imperativos de protección de los trabajadores humanitarios y la necesidad de resolver los conflictos étnicos que son la raíz de mucha violencia”.
“Promover”, por su parte, “introduce el desafío de la inclusión socioeconómica, que necesariamente implica el reconocimiento y la identificación personal”, destacando “la necesidad de una administración sana y transparente de los fondos destinados a las personas desplazadas, teniendo en cuenta que los programas de las iglesias locales también necesitan financiación” y recordando “la esencialidad del crecimiento espiritual, junto con el crecimiento material, y el empoderamiento de los receptores”.
Integrar
El último verbo, “integrar”, considera el reto “de elaborar soluciones duraderas, que prevean tanto la integración de las personas desplazadas en las comunidades de acogida como, de ser posible, su retorno a casa” y “la responsabilidad de las Iglesias locales en el cuidado pastoral de los desplazados católicos”.
El libro concluye con un punto dedicado a “la importancia de la cooperación entre todos los implicados, el fomento de la labor conjunta entre todas las realidades católicas, la colaboración interconfesional e interreligiosa, y la voluntad de coordinar los esfuerzos con las instituciones pertinentes, los organismos internacionales y otras entidades de la sociedad civil”, indica el padre Baggio.
Invisibilidad y limitación de acceso
Durante su intervención en la rueda de prensa, la Dra. Amaya Valcárcel, coordinadora internacional de advocacy del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), considera que los principales problemas en esta cuestión es la mencionada invisibilidad de las personas desplazadas internamente (IDP) y la limitación al acceso de las mismas, que pueden agravarse debido a la crisis social y económica provocada por la COVID-19.
La JRS está presente en 56 países, su misión es acompañar, servir y defender los derechos de los migrantes forzosos, entre estos a los IDP. La organización jesuita trabaja con poblaciones desplazadas internas en 14 países.
Tras exponer la especial y grave situación de los desplazamientos internos en lugares como Colombia, Kurdistan Iraki, Myanmar, Burundi, Sur de Sudán o Afganistán, comunidades a las que tratan de dar respuesta, Valcárcel insiste en que “visibilizar estas situaciones es clave porque la cooperación internacional se necesita urgentemente”.
Documento clave
Y agrega que para una organización de iglesia como JRS, “es clave que el Santo Padre publique un documento con orientaciones para el trabajo con IDPs, pues existía el peligro de que esta población –nada menos que unos 50 millones de personas- quedara totalmente invisibilizada”.
Finalmente, agradece profundamente al Papa Francisco “que una vez más haya puesto en el centro a las personas que están en la periferia de nuestro mundo, en este caso los desplazados internos”.