Puertas abiertas todo el día en los santuarios de Belén

Anuncia la Custodia de Tierra Santa

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BELÉN, lunes, 10 diciembre 2007 (ZENIT.org).- La Custodia franciscana de Tierra Santa (CTS) ha decidido celebrar los 660 años de presencia estable en la Gruta de la Natividad con la apertura en horario continuado de sus santuarios en Belén.

Se suman razones para esta iniciativa, que confirma un comunicado de la CTS del sábado, firmado por «la comunidad de Belén».

Por un lado, el aniversario evidencia que una de las prioridades de la plurisecular actividad franciscana es la atención de los peregrinos que visitan los Santos Lugares de la Redención.

Como signo de este esfuerzo y compromiso, la comunidad de Belén ha empezado a mantener abiertas las puertas de sus santuarios también a mediodía.

Y es que, en los últimos meses, se ha percibido una presencia creciente de peregrinos de todo el mundo, explica la CTS; pero el muro de seguridad con el puesto de control israelí retrasa frecuentemente a los grupos que se acercan a Belén.

Se confía en que la apertura continuada de los santuarios alivie el trastorno que está creando esta situación política en la ciudad en la que nació Jesús.

«Damos la bienvenida a Belén a todos los peregrinos y visitantes y deseamos que las puertas abiertas de los santuarios ayuden a abrir de par en par los corazones de todos a Jesucristo, «Redemptor hominis». ¡Feliz Navidad!», expresa la comunidad franciscana local.

Desde el primer domingo de Adviento ya no hay, por lo tanto, pausa de cierre a mediodía en la iglesia de Santa Catalina y las grutas de San Jerónimo, la Gruta de Leche y el santuario del Campo de los Pastores.

Es posible visitar estos lugares de Belén a diario, de 8.00 a 17.00 horas en invierno; hasta las 18.00 horas en período estival.

La iniciativa representa una buena noticia para los peregrinos, apunta la Custodia de Tierra Santa, después del reciente comunicado de las intervenciones necesarias en la Gruta de la Anunciación en Nazaret, y de la limitación temporal de las peregrinaciones al santuario de Moisés en el Monte Nebo -en Jordania–.

El padre Michele Piccirillo se encargó de explicar ampliamente, en L’Osservatore Romano -edición italiana, 26-27 noviembre 2007–, en qué consisten estas intervenciones de restauración.

El riesgo de la Gruta de la Anunciación, en Nazaret, proviene de la humedad y de la propia composición de la piedra, entre otros factores. Por eso desde noviembre se ha frenado la entrada de peregrinos. La roca de la gruta, a pesar de anteriores intervenciones, avanza en su degradación y ha llegado a un «punto crítico y preocupante», escribe el franciscano.

Por su parte, el Memorial -construido por cristianos de la región de Madaba– de Moisés en el jordano Monte Nebo recuerda el relato del Deuteronomio sobre el final de la vida y misión del profeta y hombre de Dios. «Desde la cima de este balcón natural» –recuerda el padre Piccirillo– «Moisés posó una mirada de fe y esperanza hacia la tierra Prometida».

Tarea principal de la CTS en el lugar es estudiar y conservar el Memorial de Moisés y las iglesias de Khirbat al-Mukhayyat en la cima sudoriental de la montaña.

Y es que se da «un preocupante fenómeno de resquebrajamiento de la estructura metálica y de los muros perimetrales que ha afectado también los pavimentos mosaicados (siglos IV-VII) en las capillas meridionales», entre otras señales de deterioro que apunta el franciscano.

De ahí el apremio de sustituir la cobertura que temporalmente había levantado la Custodia en 1963 tanto para proteger los mosaicos como para resguardar a los peregrinos que deseaban recogerse en oración.

Dos lugares, por lo tanto, muy queridos a los peregrinos de Tierra Santa han debido cerrarse a las visitas públicas para afrontar los fenómenos de degradación.

Como se lee en el diario de la Santa Sede, en el Monte Nebo los arqueólogos franciscanos, en colaboración con la Universidad de Florencia, ya han elaborado un proyecto de intervención.

«Los peregrinos deberán renunciar a visitar la basílica hasta el final de los trabajos», pero «permanecerá abierto el santuario, desde donde se puede disfrutar de la vista bíblica sobre Jerusalén y Jericó y admirar los mosaicos pavimentales restaurados por la misión franciscana», precisa el padre Piccirillo.

Y en Nazaret la Gruta de la Anunciación es sometida a control constante para elaborar una estrategia de recuperación.

Los resultados son «alentadores», escribe el religioso; «los peregrinos pueden estar tranquilos»; «al término de la intervención podrán visitar el santuario con la certeza de que la gruta venerada como parte de la casa de María» «podrá afrontar con seguridad y estabilidad también los siglos venideros».

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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