Reevangelizar Irlanda

Entrevista con el arzobispo de Dublín, monseñor Martin

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DUBLÍN, martes 1 de julio de 2008 (ZENIT.org).- A fin de proclamar a Cristo a una nueva generación de irlandeses que han perdido de vista el Evangelio, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, ha puesto en marcha un importante impulso evangelizador.

El arzobispo ha invitado a las 200 parroquias de Dublín a unirse en un programa común de labor misionera y evangelización para el año 2009. Coordinado por el primer vicario de evangelización de la archidiócesis, el padre Ciaran O’Carroll, el proyecto implicará educación en la fe, formación litúrgica y bíblica, llegar a la gente joven, y trabajar por la justicia y la caridad.

Monseñor Martin declaró que una de las prioridades de la nueva oficina será la evangelización de la familia.

En esta entrevista con Zenit monseñor Martin explica porqué se ha vuelto necesaria esta iniciativa, porqué es tan importante su éxito, y lo que el catolicismo irlandés tiene que ofrecer al mundo de hoy.

–¿Por qué ha decidido que esta iniciativa es necesaria hoy?

Arzobispo Martin: Creo que nuestra santidad puede ofrecer a la sociedad contemporánea en el 2008 una nueva manera de vivir. Necesitamos llevar a nuestro mundo el mensaje del amor de Jesús – es un mensaje único de verdad, justicia y amor.

Hoy, muchos de los que fueron bautizados como cristianos ya no conocen de verdad a Jesús, y su forma de vivir demuestra que el mensaje de Jesús sólo toca sus vidas de forma marginal.

Por un lado, creo que existe la sensación real de que la archidiócesis de Dublín es territorio de misión. Por otro, me he sentido profundamente animado por la forma en que los laicos han aparecido como colaboradores a la hora de proporcionar cuidado pastoral, aportando voluntariamente, de forma generosa y sin competencia su carisma único a la Iglesia. Están esperando tener la oportunidad de hacer más y hacerlo de forma diferente. En esto veo al Señor que nos habla y nos desafía a todos.

–¿Qué resultados tangibles se esperan lograr a lo largo de este año?

Arzobispo Martin: El primer elemento de cualquier forma de ministerio es la conversión. La conversión no es un proceso de un único momento. La formación en la fe dura toda la vida.

Me gustaría que se visitaran muchos hogares de la diócesis en el curso del 2009. Muchas parroquias ya hacen esto y otras están en proceso de hacerlo. Será posible entregar a cada hogar  una copia del Evangelio del año – el Evangelio que será objeto de todas nuestras reflexiones que nos permitan que el Espíritu abra nuestros corazones.

Muchos de los consejos pastorales de las parroquias están planeando formas de asociarse con la Iglesia en comunidades más pobres a lo largo del mundo, inspirados en un sentido de la justicia, el cariño y fraternidad entre las Iglesias. Me gustaría ver nuevas formas con las que la archidiócesis podría dar un testimonio más visible de su fraternidad entre las Iglesias, quizás adoptando cada año una Iglesia particular que necesite nuestro apoyo.

Como nos recuerda el Papa Benedicto, «La Iglesia… no puede y no debe permanecer a un lado en la lucha por la justicia».

–¿Cuáles serán los elementos clave de la nueva iniciativa?

Arzobispo Martin: La oficina diocesana de evangelización proporcionará respaldo técnico para el nuevo impulso misionero. También ayudará a coordinar la labor de educación en la fe, en la animación litúrgica y bíblica, trabajo con los jóvenes, y nuestra labor por la justicia y la caridad.

La evangelización y la renovación, no sólo la renovación estructural sino la renovación en la santidad, significa llegar al mayor número de personas posibles en espíritu misionero. Cada aspecto de la vida diocesana y de la administración diocesana se centrará en este programa. Los equipos de sacerdotes, diáconos y laicos están llamados a trabajar juntos para apoyar a las comunidades parroquiales.

Tenemos una situación extraña en Irlanda donde, a pesar de muchos años de educación religiosa en los colegios católicos, muchos jóvenes salen sólo con una comprensión superficial de la fe y un compromiso superficial con la fe. Ante las fuertes tendencias de secularización, su fe se somete a una gran tensión y son incapaces de entrar en el debate entre fe y vida diaria.

–Usted ha identificado la evangelización de la familia como la prioridad clave de la nueva iniciativa. ¿Por qué es tan importante la familia en la tarea de la evangelización?

Arzobispo Martin: La familia es la base fundamental para pasar de la fe del niño a la del joven. Cuando la vida de fe de las familias es débil, la evangelización perderá sus raíces. Cuando las familias delegan totalmente su responsabilidad en la formación de sus hijos en la fe a las escuelas, están perdiendo de vista no sólo su responsabilidad sino también la gracia especial del sacramento del matrimonio.

–Muchos han dicho que la familia tradicional está en declive en la sociedad occidental. ¿Qué piensa usted de esto, y cómo puede la Iglesia defender las familias?

Arzobispo Martin: Hoy, todo debate sobre la familia suele degenerar rápidamente en un debate de problemas, de rupturas, de modelos alternativos. Raramente hablamos del matrimonio y de la familia como recursos tanto para la Iglesia como para la sociedad.

Raramente escuchamos de la llamada a los cristianos a ejercer su ministerio en y a través del sacramento del matrimonio, un sacramento que por su naturaleza – como todos los sacramentos – está orientado hacia la construcción de la Iglesia.

La evangelización de la familia es una prioridad en nuestras actividades en las parroquias y en la diócesis. Los consejos pastorales parroquiales, teniendo en cuenta su carácter predominantemente laico, aportan una plataforma de reflexión sobre la familia como recurso para la sociedad y la Iglesia. Juntos podemos trabajar en desarrollar nuevos recursos para la catequesis enfocada a la familia. Una prioridad para nuestra nueva oficina diocesana para la evangelización tendrá que ser encontrar caminos de apoyo a las familias en esta tarea.

–¿A qué desafíos concretos se enfrenta la evangelización de Irlanda hoy?

Arzobispo Martin: He dicho en varias ocasiones que el número de quienes participan regularmente en la Eucaristía en nuestras diócesis está bajando y muchos católicos bautizados ya no conocen a Jesús. Su mensaje no toca sus vidas.

Nuestra catequesis ha sido quizá demasiado moralista, pareciendo una lista de reglas de comportamiento de vida, en vez de una respuesta al mensaje de Jesús – un mensaje exigente, pero con las exigencias del amor, que nos permite encontrar la profundidad de nuestro significado.

Pero no podemos olvidar el hecho de que en Irlanda, la buena voluntad de la Iglesia ha sido dañada por una serie de escándalos. Como comunidad eclesial debemos estar atentos a aquellos que sienten que han sido heridos o dañados o abandonados por la Iglesia de alguna forma. La Iglesia en Dublín debe volverse a ganar la buena voluntad de todos. Debe ser un lugar donde tengan lugar todas las medidas necesarias para salvaguardar a los niños y a las personas vulnerables. Las medidas para salvaguardar a los niños deben ser vistas como una prioridad no como una carga. El Servicio Diocesano de Protección del Niño trabaja con los consejos pastorales parroquiales para proporcionar apoyo y asistencia en esta área.

–Irlanda tiene una larga tradición de envío de misioneros a lo largo del mundo. ¿Tiene todavía algo valioso que ofrecer a la Iglesia la visión irlandesa del catolicismo?

Arzobispo Martin: El compromiso claro de los irlandeses por el mundo en desarrollo, que ha encontrado una muy buena expresión en el incremento de las ayudas al extranjero por parte del gobierno irlandés, debe mucho a l
a larga tradición de actividad misionera de la Iglesia. Gracias a Dios los temas de desarrollo son temas que todavía levantan pasión dentro de la sociedad irlandesa.

A medida que Irlanda sigue cambiando, y miles de personas llegan aquí de todo el mundo para construir un nuevo hogar para ellos y sus familias, el catolicismo irlandés tiene mucho que ofrecer. En nuestro Festival de los Pueblos, celebrado en la fiesta de Epifanía de cada año, acojo con satisfacción a personas con sus capellanes y a líderes comunitarios de muchos países de Europa y de más lejos.

Me alegro de que la Iglesia en Dublín haya estado en la vanguardia de la acogida e integración de aquellos que han llegado recientemente. El futuro social, económico y político de Irlanda, con los desafíos específicos que traerán los próximos años, requerirá que trabajemos juntos para construir una sociedad no sólo de vecinos anónimos sino de personas de trasfondos diversos comprometidos en construir una nueva comunidad.

Por Dominic Baster, traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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