Representante vaticano pide no dejar a Dios en el banquillo de la política

El secretario de “Justicia y Paz” invita a formar jóvenes empeñados en política

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ASÍS, martes, 30 septiembre 2008 (ZENIT.org).- El obispo Giampaolo Crepaldi, secretario de Consejo Pontificio Justicia y Paz denunció ante los participantes en un seminario organizado por «Retinopera», en Asís, cierta «somnolencia» de los católicos a la hora de formar jóvenes que actúen en el campo sociopolítico. En este sentido, les invitó a «no dejar a Dios en el banquillo».

«Retinopera» es una red italiana de dieciocho asociaciones y movimientos que se proponen llevar a la práctica la doctrina social de la Iglesia.

El encuentro, iniciado el 26 de septiembre, tenía como tema el «Bien común, pobrezas emergentes y riquezas negadas» y, según los organizadores, «pretendía reflexionar sobre la idea misma de desarrollo, entendida como cuestión moral para mejorar las propias condiciones sociales, económicas y culturales».

Refiriéndose al llamamiento que Benedicto XVI lanzó en Cagliari, Cerdeña, pidiendo «el nacimiento de una nueva generación de cristianos empeñados en la sociedad y en la política», el secretario del dicasterio vaticano explicó que la mayor parte de los periodistas pensó en entrevistar a los laicos cristianos que están actualmente en la escena política.

Sin embargo, subrayó monseñor Crepaldi, fue «una interpretación equivocada» porque el Papa se dirigía «a las comunidades cristianas de Italia, que, en lo que se refiere a la preocupación de formar nuevas generaciones de cristianos empeñados en la sociedad y en la política, muestran una cierta somnolencia».

El arzobispo rechazó «la idea, quizá inexpresada, de que la secularización sea un proceso imparable, una especie de ‘destino’ de Occidente o incluso de todo el planeta».

Según monseñor Crepaldi, «la secularización, como expulsión de Dios del mundo hasta el punto en que se deje de hablar de Él, no es el destino de la modernidad» y es precisamente este «el principal desafío lanzado por Juan Pablo II y Benedicto XVI que debería vernos a todos protagonistas convencidos y no comparsas cansados de un guión interpretado por otros».

Tras subrayar que «la doctrina social de la Iglesia es instrumento de evangelización y de educación en la fe», el prelado precisó que «cuando el pluralismo del compromiso social y político de los católicos supera el umbral de la legitimidad», su repercusión «golpea a nuestras comunidades incluso en la unidad de la fe, en la unidad sobre los fundamentos de la cultura, en el sentido de pertenencia eclesial y en la fidelidad a los pastores».

En este sentido, monseñor Crepaldi subrayó que «cuando se considera que Cristo es sólo útil pero no indispensable para que el hombre se pueda comprender a sí mismo y encontrar soluciones verdaderamente humanas al propio desarrollo, aquél umbral ha sido superado», y dijo que es «inaceptable» someterse a «ciertas formas de pluralismo sin verdad».

Recordando el discurso dirigido por Benedicto XVI a los jóvenes, reunidos en la iglesia St. Mary de Sydney, para la Jornada Mundial de la Juventud, el arzobispo subrayó que «Dios no puede ser dejado en el banquillo» y que la religión y la fe «no deben ser excluídas de la vida pública o utilizadas sólo para perseguir limitados fines pragmáticos».

Monseñor Crepaldi subrayó que, si Dios desaparece de la plaza pública, si «eclipsamos a Dios, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, su fin y el ‘bien’ empieza desvanecerse».

«La ideología secularista no es neutra pero impone una visión absoluta», indicó porque «presentar un mundo sin Dios no es sinónimo de cientificidad, objetividad, serenidad valorativa» y «quien hace la elección de retirar los crucifijos» no es «neutro» sino que «quiere un espacio público sin crucifijos».

Para evitar esos peligros y renovar las comunidades cristianas, el secretario del Consejo Pontificio señaló la urgencia de una formación de base, con escuelas que usen «de modo orgánico el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, tan citado como poco leido, celebrado en muchas ocasiones pero poco utilizado».

Respecto al compromiso político y social de los católicos, monseñor Crepaldi subrayó que «a veces estos se autocensuran a priori cuando deben entrar a actuar en la arena pública (…) considerando que el espacio público no puede admitir referencias a confesiones religiosas. Pero es precisamente así como Dios desaparece de la ‘plaza pública’. Silenciosamente. Por omisión».

En cuanto a los desafíos inmediatos, el arzobispo pidió superar las actitudes de «dimisión de identidad», trabajando para apoyar «la objeción de conciencia».

En este sentido, citó el ejemplo de los «consultores familiares católicos que, en el Reino Unido, luchan por su derecho a no prestarse a la adopción por parte de parejas homosexuales, permitida en aquella legislación»; o de los «médicos y agentes sanitarios que piden poder objetar también respecto a los nuevos fármacos abortivos y no sólo al aborto, digamos, como se entiende tradicionalmente»; o aún el de los «funcionarios municipales que rechazan registrar a las parejas homosexuales en los registros previstos por las leyes que los reconocen».

Para vencer los desafíos futuros, no bastarán las resistencias individuales, por ello monseñor Crepaldi se dijo de acuerdo con el cardenal Angelo Bagnasco sobre el hecho de que la Iglesia italiana es una iglesia «popular».

«Ser ‘popular’ –explicó Crepaldi– no es sólo un dato sociológico, es un dato teológico que responde a la relación de la Iglesia con el mundo (…) y precisamente del desarrollo de esta dimensión podrá nacer la nueva generación pedida por Benedicto XVI en Cagliari».

«Dudo, sin embargo, que lo logremos sin un uso más consciente e integrado de la Doctrina Social de la Iglesia», concluyó.

Por Antonio Gaspari, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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