(zenit – 13 marzo 2020).- “Dios no nos abandona, Él va con nosotros incluso ahora en este tiempo de prueba y dificultad”, recuerda el arzobispo José H. Gomez de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, en nombre de los obispos estadounidenses ante el brote mundial del coronavirus.
El presidente de la USCCB emitió un comunicado este viernes, 13 de marzo de 2020, haciendo un llamado a la oración con respecto al coronavirus (COVID-19) y exhortando a la “solidaria humanidad”, ya que “los pueblos de este mundo son nuestros hermanos y hermanas, que todos somos una sola familia al cuidado de Dios”.
“En este momento, es importante para nosotros anclar nuestros corazones con la esperanza que tenemos en Jesucristo”, escribe el prelado. “Ahora es el momento de intensificar nuestras oraciones y sacrificios por el amor de Dios y el amor a nuestro prójimo. Acerquémonos unos a los otros en nuestro amor por él y redescubramos las cosas que realmente importan en nuestras vidas”.
Unidos al Papa Francisco, sugiere rezar en solidaridad por los hermanos y hermanas que están enfermos en todo el mundo. “Oremos por aquellos que han perdido a seres queridos a causa de este virus. Que Dios los consuele y les conceda paz”.
Así como por los médicos, enfermeras y cuidadores, por los funcionarios de salud pública y todos los líderes cívicos. “Que Dios les conceda coraje y prudencia al tratar de responder a esta emergencia con compasión y al servicio del bien común”, ha indicado Gomez.
“En este momento de necesidad, invito a todos los fieles a buscar juntos la intercesión materna de Nuestra Señora de Guadalupe”, ha señalado el presidente de los obispos estadounidenses, y ha compartido con los fieles la siguiente oración:
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Virgen Santísima de Guadalupe,
Reina de los Ángeles y Madre de las Américas.
Acudimos a ti hoy como tus amados hijos.
Te pedimos que intercedas por nosotros con tu Hijo,
como lo hiciste en las bodas de Caná.
Ruega por nosotros, Madre amorosa,
y obtén para nuestra nación, nuestro mundo,
y para todas nuestras familias y seres queridos,
la protección de tus santos ángeles,
para que podamos salvarnos de lo peor de esta enfermedad.
Para aquellos que ya están afectados,
te pedimos que les concedas la gracia de la sanación y la liberación.
Escucha los gritos de aquellos que son vulnerables y temerosos,
seca sus lágrimas y ayúdalos a confiar.
En este tiempo de dificultad y prueba,
enséñanos a todos en la Iglesia a amarnos los unos a los otros y a ser pacientes y amables.
Ayúdanos a llevar la paz de Jesús a nuestra tierra y a nuestros corazones.
Acudimos a ti con confianza, sabiendo que realmente eres nuestra madre compasiva,
la salud de los enfermos y la causa de nuestra alegría.
Refúgianos bajo el manto de tu protección, mantennos en el abrazo de tus brazos,
ayúdanos a conocer siempre el amor de tu Hijo, Jesús. Amén.