Triste Navidad en Belén, según las franciscanas del hospital para niños

Las ambulancias detenidas ante el muro de seguridad

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BELÉN, domingo, 24 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Las difíciles condiciones económicas y sociales, el desempleo, la falta de libertad y de esperanza en el futuro, hacen que esta Navidad sea triste en Belén, según las Hermanas Franciscanas que dirigen el hospital infantil del pueblo en el que nació Jesús.

En un mensaje transmitido a través de la agencia misionera de la Santa Sede, «Fides», las religiosas que dirigen el Caritas Baby Hospital en Belén hacen un llamamiento a «no olvidar a los niños de Belén».

«Mas allá de la difícil situación económica –se lee en la carta– el principal problema de aceptar es la falta de libertad: libertad de ir a buscar un trabajo, de administrar la propia vida de manera decorosa y humana».

«La preocupación por el futuro de los hijos, por la inestabilidad política, el miedo y la tensión, son motivos que llevan a desear abandonar el país», y los cristianos prefieren emigrar antes que vivir en una «prisión» a cielo abierto.

Las religiosas señalan que «el Baby Hospital es un interesante punto de observación para entender la realidad de Belén».

«Las difíciles condiciones en las que viven muchas familias, especialmente en las aldeas, hace que los niños estén sometidos al fuerte riesgo de enfermedades».

«El desempleo alcanza niveles muy altos y cada vez se siente más. Las precarias condiciones higiénicas, en particular la escasez de agua, hace todavía más frágil el estado de salud de los niños», informan las religiosas.

En el hospital, hay 3.500 niños internados al año y unos 30.000 niños son seguidos en los ambulatorios (100 al día).

«Las situaciones más difíciles de administrar son los traslados de un niño del Baby Hospital a otro hospital, para recibir tratamientos especiales: el gran número de personas implicadas y los infinitos procedimientos burocráticos hacen que esta operación sea una verdadera empresa», explican.

En los casos más graves, «una ambulancia palestina transporta el niño hasta el muro, puesto de control: allí el niño es trasladado a una ambulancia israelí que lo transporta al hospital establecido».

«Como una serpiente gris, el muro rodea la ciudad en una mordaza mortal», explican las religiosas. Y a los cristianos de Belén, concluye la carta, no se les concede la posibilidad para ir a Jerusalén para rezar en los lugares santos.

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ZENIT Staff

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