El cambio climático pone en cuestión aspectos no solo científico-ambientales o socio-económicos, sino también y sobre todo ético-morales, ya que incide sobre todo, y de forma particular en los más pobres, que están más expuestos a sus efectos. Lo ha afirmado el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, durante su intervención este martes en Nueva York en el Climate Summit 2014, en la 69ª Asamblea General de las Naciones Unidas.
Del mismo modo, recordó que la Santa Sede ha reiterado a menudo el imperativo moral para actuar, que interpela a cada uno de nosotros sobre nuestra responsabilidad de cuidar y valorar la creación por el bien de la generación presente y las futuras. Además, observó que el papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha subrayado la importancia de cuidar nuestro ambiente que "demasiado a menudo no usamos para el bien, sino que explotamos con avaricia para el daño de uno contra otro".
Por eso, el purpurado destacó que frente a estos riesgos y costes, "debe prevalecer la virtud de la prudencia, que requiere deliberar bien en función de un análisis cuidadoso de los impactos futuros que implican nuestras acciones". Es decir, "requiere un gran compromiso político-económico por parte de la comunidad internacional, a la cual también la Santa Sede quiere dar su propia contribución, en la conciencia de que el don de la ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o erróneas".
Por otro lado, el secretario de Estado vaticano observó que desde que inició del debate sobre el cambio climático, en 1992, han cambiado muchas cosas. "Uno de los principales elementos surgidos en estos treinta y tantos años de estudios sobre el fenómeno del calentamiento global es la cada vez más fuerte conciencia de que toda la comunidad internacional forma parte de una única interdependiente familia humana", precisó. Y añadió que "las decisiones y los comportamientos de uno de los miembros de esta familia tienen consecuencias profundas sobre otros componentes de la misma".
Por eso, afirmó que para ser eficaces, "es necesario implementar una respuesta colectiva basada en la cultura de la solidaridad, del encuentro y del diálogo, que debería estar en la base de las internaciones normales dentro de cada familia y que requiere la plena, responsable y comprometida colaboración por parte de todos, según las propias posibilidades y circunstancias".
A propósito de lo indicado, el cardenal Parolín mencionó el concepto de la "responsabilidad de proteger". Y observó, "los Estados tienen una responsabilidad común de proteger el clima mundial a través de acciones de mitigación, adaptación y de compartir de las tecnologías y del "know-how". Pero, sobre todo, "una responsabilidad compartida de proteger nuestro planeta y la familia humana, asegurando a las generaciones presentes y futuras la posibilidad de vivir en un ambiente seguro y digno".
Por otro lado, el purpurado advirtió que sólo con las fuerzas del mercado, especialmente si no tienen una orientación ética adecuada, "no se pueden resolver las crisis interdependientes relacionadas con el calentamiento global, la pobreza y la exclusión". De ahí que destaca que "el desafío más gran está en la esfera de los valores humanos y de la dignidad humana; cuestiones que están relacionadas con la dignidad humana de los individuos y de los pueblos no pueden ser reducidas a meros problemas técnicos".
También explicó que en la Ciudad del Vaticano se están realizando esfuerzos significativos para reducir el consumo de combustibles fósiles, realizando proyectos de diversificación y de eficiencia energética. Además, el purpurado señaló que son muchas las instituciones educativas católicas, Conferencias episcopales, diócesis, parroquias y ONG's de inspiración católica comprometidas con este campo, "en la convicción de que la degradación de la naturaleza está directamente unida a la cultura que plasma la coexistencia humana". Y añadió "el respeto de la ecología ambiental es condición y está condicionada por el respeto de la ecología humana en la sociedad".
Para finalizar su intervención, el cardenal Parolin afirmó que "afrontar seriamente el problema del calentamiento global requiere no solo reforzar, profundizar y consolidar el proceso político a nivel global, sino también intensificar el compromiso de todos nosotros hacia una profunda renovación cultural y un redescubrimiento de los valores fundamentales sobre los que edificar un futuro mejor de toda la familia humana".