El santo padre Francisco celebró este sábado la santa misa en la Catedral de Filadelfia, dedicada a los apóstoles Pedro y Pablo. Proveniente de Nueva York, donde ayer viernes habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, se embarcó en un vuelo American Airlines que desde el aeropuerto J.F. Kennedy le llevó a Filadelfia. Se trata de la quinta ciudad más grande de Estados Unidos, capital de Pensilvania y un importante centro industrial del país.
En el interior de la Catedral le esperaban unas dos mil personas, entre obispos, clero, religiosos, además de unos 500 fieles en la capilla lateral, para celebrar la misa que fue celebrada en latín, inglés y español. Al llegar el Papa saludó al gobernador y fue acogido por un coro de niños y algunas familas.
El Santo Padre en su homilía indicó que viendo el templo dedicado a los apóstoles Pedro y Pablo, le gustaba pensar no solo en la historia de su construcción, sino en las generaciones de católicos comprometidos que "han salido a las periferias y construido comunidades para el culto, la educación, la caridad y el servicio a la sociedad en general".
Elogió por ello el esfuerzo de todos los que "han atendido a las necesidades espirituales de los pobres, los inmigrantes, los enfermos y los encarcelados", así como los centenares de escuelas para niños. Un gran legado "que ustedes han recibido y que están llamados a enriquecer y transmitir".
Citó entonces a santa Catalina Drexel, una de las grandes santas de Iglesia de Pensilvania, que cuando le habló al Papa León XIII de las necesidades de las misiones, el Papa le preguntó intencionadamente: «¿Y tú qué vas a hacer?» Palabras que cambiaron la vida de Catalina.
«¿Y tú?» "Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos" dijo el Papa: transmitir la alegría del Evangelio y edificar la Iglesia, ya sea como sacerdotes, diáconos o miembros de institutos de vida consagrada.
Porque "uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia, y capacitarlos para que puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros".
Reconoció que "esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio, todos los días y en todas las etapas de nuestra vida".
Porque una sociedad que cambia rápidamente, reclama una participación de los laicos mucho más activa.
"Los animo --añadió el Papa-- a que renueven la alegría de ese primer encuentro con Jesús y a sacar de esa alegría renovada fidelidad y fuerza". Y con motivo del Encuentro Mundial de las Familias, les pidió más servicio a las familias, a las parejas que se preparan para el matrimonio y a nuestros jóvenes.
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