(ZENIT Noticias / Nápoles, 26.11.2024).- La Casa Sollievo della Sofferenza, el hospital operado por el Vaticano y fundado por el Padre Pío en 1956, se encuentra en el centro de tensiones financieras, disputas laborales y rumores sobre su futuro. A pesar de las especulaciones sobre una privatización inminente, los administradores del hospital han negado firmemente tales afirmaciones, enfatizando su compromiso de permanecer bajo el gobierno de la Santa Sede y continuar como un recurso vital de atención médica en el sur de Italia.
Negaciones en medio de especulaciones
El 23 de noviembre, el hospital emitió una declaración en la que refutaba los informes de negociaciones en curso con entidades privadas, calificándolas de «totalmente infundadas». Reafirmó que la instalación sigue siendo propiedad del Vaticano, con la supervisión de una comisión que depende de la Secretaría de Estado. La declaración destacó su importancia no solo para la región de Puglia, sino para el panorama más amplio de la atención médica del sur de Italia.
Un legado de servicio y lucha
Desde su creación, el hospital ha sido un referente de la atención sanitaria en la región del Gargano, en el Adriático, ofreciendo servicios médicos avanzados con 756 camas y empleando a más de 2.700 personas. Sin embargo, las operaciones del centro se han visto ensombrecidas por persistentes dificultades financieras. Según un informe del “Corriere della Sera” de 2023, Casa Sollievo della Sofferenza ha funcionado con déficit en 14 de los últimos 18 años, lo que culminó en una deuda de aproximadamente 260 millones de dólares.
A pesar de sus problemas financieros, el hospital sigue siendo una piedra angular del sistema nacional de salud italiano, con casi 33.000 ingresos anuales y más de 920.000 procedimientos ambulatorios. Sin embargo, se han intensificado los pedidos de cambios estructurales.
Plan de recuperación bajo escrutinio
Para abordar sus problemas financieros, el hospital planea reducir su número de camas a 585 en los próximos tres años, aumentar la eficiencia de la rotación de pacientes y reemplazar selectivamente al personal que se jubila. Sin embargo, muchos observadores se preguntan si estas medidas serán suficientes para estabilizar la institución.
Los problemas laborales agravan los desafíos del hospital. Las recientes conversaciones entre sindicatos y administradores no lograron producir acuerdos sobre cuestiones como las renovaciones de contratos y las bonificaciones desiguales por productividad. Los paramédicos, por ejemplo, informan que reciben incentivos mucho menores que los médicos, lo que genera aún más descontento. Los representantes sindicales advierten que la fuerza laboral, que ya soporta el peso de los esfuerzos de reducción de la deuda, no asumirá sacrificios desproporcionados. Las huelgas se vislumbran en el horizonte si no se llega a una resolución en la próxima ronda de discusiones el 5 de diciembre.
Fe en la visión del Padre Pío
En medio de la turbulencia, Filippo Barbano, alcalde de San Giovanni Rotondo y médico de medicina nuclear del hospital, sigue siendo optimista. Barbano hizo un llamamiento a la unidad y la resiliencia, invocando el legado del Padre Pío como fuente de fortaleza. “San Pío no nos abandonará ni a nosotros ni al hospital que él imaginó para los necesitados”, aseguró.
La misión duradera del hospital, estrechamente vinculada a la visión de su fundador de una atención compasiva, sigue siendo un punto de unión para su personal y la comunidad. Sin embargo, a medida que se intensifican las presiones financieras y los conflictos laborales, el camino a seguir exigirá tanto reformas prácticas como un compromiso firme con sus valores fundacionales.
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