Catholics praying in China

ACN

La admiración del Papa por el pueblo y la cultura china

El Santo Padre concede una entrevista a Asia Times, en la cual alienta a China a mirar hacia adelante con esperanza

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El papa Francisco ha concedido una entrevista a un periodista del Asia Times, el pasado 28 de enero. Una conversación extensa en la que habla sobre la historia, la cultura y el futuro de China. De este modo el Papa da un un mensaje de esperanza, paz y reconciliación. Además, el Pontífice envía su felicitación por el Año Nuevo Chino para el pueblo chino y al presidente Xi Jinping.
En la entrevista, Francisco explica qué significa China para él. “Para mí, China siempre ha sido un punto de referencia de grandeza. Un gran país. Pero más que un país, una gran cultura, con una sabiduría inagotable”, indica. Asimismo reconoce que siempre ha sentido admiración por esta nación. Y hace referencia a Matteo Ricci, un misionero italiano jesuita de finales del siglo XVI que pasó casi treinta años predicando en China. “La experiencia de Ricci nos enseña que es necesario entablar un diálogo con China, ya que es una acumulación de sabiduría y de historia. Es una tierra bendecida con muchas cosas”, asegura. Y precisa que la Iglesia Católica, una de cuyas funciones es la de respetar todas las civilizaciones, tiene el deber de respetar con una «R» mayúscula.
Por otro lado, el Santo Padre recomienda al pueblo chino “estar serenos”, “nutrir la confianza en la propia gran historia, sin auto-fustigarse por las tragedias del pasado”. También les indica que el mundo espera de ellos una contribución de sabiduría y de civilización. Además, el papa Francisco apuesta sobre la posibilidad de que las relaciones entre la República Popular China y el resto de la comunidad internacional contribuyan a diseñar un futuro de paz.
El periodista que realiza la entrevista, Francesco Sisci, explica en la introducción que no pretendía preguntar al Papa sobres cuestiones cruciales estrechamente políticas. Le interesaban más bien las cuestiones que tocan al pueblo chino en su cotidianidad.
El Pontífice asegura también en su entrevista que la sabiduría, la cultura y las competencias técnicas chinas “no  pueden permanecer cerradas en un país: estas tienden a expandirse, a difundirse, a comunicarse”. Y esto es visto como una contribución de riqueza a acoger, y no como un peligro.
El Santo Padre apuesta por una China que pueda ofrecer una contribución cada vez más relevante para la consolidación de equilibrios de paz: “El mundo occidental, el mundo oriental, y China, todos tienen la capacidad de mantener el equilibro de la paz y la fuerza para hacerlo. Nosotros debemos encontrar el camino. Siempre a través del diálogo, no hay otro camino”. Haciendo referencia a la conferencia de Yalta tras la Segunda Guerra Mundial, el Pontífice observa que repartirse la tarta como allí sucedió “significa dividir a la humanidad y la cultura en pequeñas porciones”. Al contrario, en la asunción común de responsabilidades compartidas, “la tarta se queda entera, y se camina juntos. Juntos. La tarta pertenece a todos, es humanidad, cultura… y cada uno ejercita la influencia que contribuye al bien común de todos”.
El Santo Padre ve al pueblo chino en camino para “hacer su futuro” y esto representa su grandeza. «Camina, como todos los pueblos, a través de luces y sombras”. En esta línea, el Pontífice subraya que es necesario evitar los complejos de culpabilidad, hasta despreciar incluso la propia historia. Por eso da un consejo muy preciso al pueblo chino: “no ser amargo, sino estar en paz con tu camino, también si has cometido errores”. Según el Papa, no hay que odiar nunca la propia historia como una cosa “mala”. Cada pueblo “debe reconciliarse con su historia” y esto puede hacer madurar, precisamente evitando auto fustigaciones y auto condenas.
Asimismo, precisa que una actitud magnánima también hacia uno mismo puede ayudar a resolver las graves emergencias del presente y afrontar las incógnitas peligrosas del futuro. El papa Francisco observa que China “tiene en la propia historia los recursos para salir de las propias aflicciones”. Es necesario, añade, “acoger la realidad tal como viene” con “sano realismo”.
Otro tema abordado en la entrevista es la política china del “hijo único”. Al respecto el Santo Padre habla de un “problema doloroso” que pone a los hijos en condición de tener que soportar el peso de los padres y de los abuelos, y que deriva, por ejemplo, del “egoísmo de algunos sectores bienestantes que prefieren no tener hijos”. Esto no es una forma natural  –dice el Pontífice– y entiendo que China se haya abierto a posibilidades en este frente.
Por otro lado, el Obispo de Roma cree que “la gran riqueza de China hoy consiste en mirar al futuro desde un presente que está sostenido por la memoria de su pasado cultural”. Y esta riqueza puede resurgir y facilitar el presente “precisamente gracias al diálogo con las otras realidades del mundo”. A propósito, recuerda que el diálogo no significa “que me rindo” y que en las relaciones entre diferentes países es necesario evitar el peligro de “imposiciones ocultas” o de “colonizaciones culturales”.
Y así, concluye la entrevista felicitando por el Año Nuevo Chino al presidente Xi Jinping, saludando a los líderes y a todo el pueblo chino, expresando su deseo de que no pierdan nunca la “conciencia histórica de ser un gran pueblo, con una gran historia de sabiduría, y que tienen mucho que ofrecer al mundo”. Asimismo les asegura que “el mundo mira a esta vuestra gran sabiduría”.  

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Rocío Lancho García

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