CIUDAD DEL VATICANO, 6 abr 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II propuso relanzar la fidelidad de Ignacio de Loyola al magisterio de la Iglesia en el mundo cultural, al recibir a la comunidad académica de la Universidad Pontificia Gregoriana, institución fundada por el santo, que festeja sus 450 años.
Se trata de un objetivo, añadió, que hoy día sigue siendo sumamente actual, aunque debe adecuarse a «la mutación de los escenarios de la cultura de nuestro tiempo».
Unos dos mil estudiantes y profesores de esta Universidad escucharon en la mañana del viernes estas palabras del pontífice en la sala de las audiencias generales del Vaticano, donde se reunieron para celebrar este aniversario con el pontífice. El «Colegio romano», como se llamaba originalmente, fue fundado en 1551 siguiendo el modelo pedagógico de la Universidad de París, en la que había estudiado el fundador de la Compañía de Jesús. Una escuela de «universalidad». En los pupitres de la Gregoriana se han formado durante siglos líderes de la Iglesia católica: 16 Papas, 20 santos y 39 beatos.
Esta celebración, según reconoció el Papa en el encuentro, suscita dos sentimientos: la gratitud por el bien realizado y la necesidad de relanzar esta institución universitaria.
San Ignacio quiso que esta Universidad fuera un centro de estudios abierto a cualquier persona, «operante en Roma, junto al vicario de Cristo, ligada a él por vínculos estrechos de fidelidad, al servicio de las Iglesias de todas las partes del mundo», recordó el Santo Padre.
«Él confió al entonces Colegio romano la tarea de promover la reflexión razonada y sistemática sobre la fe para favorecer la recta predicación del Evangelio y la causa de la unidad católica, en un contexto social caracterizado por graves divisiones y preocupantes gérmenes de disgregación», aclaró.
En estos momentos la universidad cuenta con 3.378 estudiantes, provenientes de 130 países del mundo. El 22 por ciento de los estudiantes son laicos, el 21 por ciento mujeres, en general religiosas. Más de la mitad de los estudiantes, el 52 por ciento cursan estudios de licencia y doctorado. En el año 2000, la Gregoriana tenía 400 profesores, entre estables, invitados, encargados y asistentes.
«Ante los desafíos de la sociedad actual –añadió el Papa–, este es el momento de un relanzamiento valiente de vuestra institución. Es la ocasión para confirmar una total fidelidad a la intuición ignaciana y realizar una renovación valiente para que la memoria del pasado no se agote en la contemplación de lo que se ha hecho, sino que se convierta en un compromiso presente y en profecía para el futuro».
Para alcanzar este objetivo, el pontífice presentó dos propuestas a los profesores y estudiantes universitarios, que le fueron presentados en la audiencia por el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación vaticana para la Educación Católica.
«Ante todo –dijo–, plena fidelidad al Magisterio. Esta es una condición que, como se puede ver en vuestra experiencia de siglos, no reprime, sino que más bien favorece todavía más el servicio eclesial de la investigación teológica y de la enseñanza».
«El otro objetivo», añadió, «en el que estáis comprometidos en primera línea según el «carisma del servicio a la Iglesia universal» típico de la Compañía de Jesús, es una atención pastoral al tema de la unidad de los cristianos, al diálogo interreligioso y al estudio del ateísmo contemporáneo».
«En el escenario actual de un mundo globalizado, donde es cada vez más frecuente la convivencia de hombres de credos y culturas diferentes, el diálogo interreligioso asume una relevancia notable, pues «el nombre del único Dios –como he escrito la carta apostólica «Novo millennio ineunte»– debe convertirse cada vez más, en lo que es, un nombre de paz y un imperativo de paz».
La Universidad Gregoriana celebró el 4 y el 5 de abril sus 450 años con un acto académico en el que participaron varios cardenales y obispos de la Iglesia católica, así como el presidente de Argentina, Fernando de la Rúa.