La diócesis cuenta con 30 sacerdotes –la mayoría ancianos y enfermos — y 180.000 católicos. El 70% son «montagnard», indígenas de etnia no vietnamita que viven en la selva.
El padre Nguyen Van Dong, 61 años, párroco de Sa Thay, trabaja en una zona con el mayor número de leprosos del Vietnam, de cuya suerte no se preocupa el gobierno. En el país hay poquísimas leproserías estatales, que a menudo carecen de las medicinas indispensables.
Van Dong, que visita las leproserías en un radio de al menos 70 kilómetros, declara a la agencia misionera de la Santa Sede, Fides: «La gente de esos lugares es verdaderamente pobre, quizás los más pobres del país… Cuando me ven llegar muestran mucha alegría, me miran y sonríen. Cuando ellos sonríen, yo lloro. Son pobres y leprosos, de modo que cuando les ofrezco los dones de mis feligreses los agarran con fuerza para que nadie se los quite».
«Saben contar sólo hasta cien añade –el sacerdote católico–. Sobreviven gracias a las ayudas que reciben, sin hacer preguntas».