CIUDAD DEL VATICANO, 15 abril 2001 (ZENIT.org).- En su mensaje de Pascua, Juan Pablo II aseguró que gracias a la resurrección de Jesús «este mundo nuestro puede cambiar: la paz es posible incluso allí donde desde hace demasiado tiempo se combate y se muere». Al concluir su augurio, felicitó a todos los pueblos en 61 idiomas.

Las palabras del pontífice en la primera Pascua del milenio fueron transmitidas por 63 canales de televisión de 45 países. Antes había celebrado la misa del Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro, transformada por decimosexto año consecutivo en un auténtico jardín de más de quince mil flores y pequeños arbustos regalados por floricultores holandeses.

«Que el anuncio pascual llegue a todos los pueblos de la tierra y que toda persona de buena voluntad se sienta protagonista en este día», comenzó diciendo el pontífice al pronunciar su mensaje pascual. A continuación, su pensamiento se dirigió a aquellos rincones del planeta, especialmente en los que el zumbido de las guerras sigue dejando muerte y lágrimas.

Desbordaban el espacio abrazado por las columnatas de Bernini más de 150 mil personas que disfrutaban de un tibio sol que mitigó el frío de los días pasados.

Comenzó mencionando el drama actual de Tierra Santa y Jerusalén. Después hizo mención a los Balcanes, que han dejado atrás la condena de «una preocupante incertidumbre que corre el riesgo de hacer vana toda propuesta de entendimiento».

El mensaje pontificio de Pascua alcanzó después Africa, «tierra martirizada por conflictos en constante acecho» a quien invitó a levantar «la cabeza con confianza» apoyándose «en el poder de Cristo resucitado».

Gracias a Cristo, dijo el pontífice dirigiéndose al continente más poblado, Asia, «cuna de seculares tradiciones espirituales», es posible vencer «la apuesta de la tolerancia y de la solidaridad».

Esta rápida visión geográfica del mundo a la luz de la resurrección de Cristo concluyó en América Latina, «depósito de jóvenes promesas». «Sólo en Cristo --afirmó dirigiéndose al «continente de la esperanza» de la Iglesia-- encontrarás capacidad y coraje para un desarrollo respetuoso de cada ser humano».

Al final, el pontífice confesó uno de los desafíos que más le preocupan en estos momentos: «Vosotros, hombres y mujeres de todo continente, sacad de su tumba ya vacía para siempre,
el vigor necesario para vencer las fuerzas del mal y de la muerte, y poner toda investigación y progreso técnico y social al servicio de un futuro mejor para todos».

Tras su mensaje «Urbi et orbi» («a la ciudad y el orbe»), Juan Pablo II felicitó por la Pascua en 61 idiomas de todos los continentes. Entre otros idiomas, habló en hebreo y árabe, romaní (romanès, idioma común entre el pueblo gitano), arameo (idioma de Jesús hablado todavía entre los cristianos de Irak), y suahili (idioma común entre muchas tribus africanas).