CIUDAD DEL VATICANO, 4 junio 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha dirigido un telegrama para transmitir su pésame y oraciones por las diez víctimas mortales que dejó la bomba que estalló el pasado domingo en Bangladesh en una Iglesia católica totalmente llena de los fieles que participaban en la misa de Pentecostés.
En la misiva, enviada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, a monseñor Michael Atul D’Rozario, obispo de Khulna, diócesis en la que se encuentra Baniarchar, localidad en que tuvo lugar el atentado, el pontífice expresa su cercanía a las familias afectadas por la tragedia, condena de manera perentoria todo acto de violencia y destrucción y, por último, dirige a todos los bengalíes un llamamiento a cooperar entre sí para «asegurar un clima de paz y de respeto mutuo».
El acto terrorista, el primero perpetrado contra una iglesia cristiana en esa nación de mayoría islámica, dejó además de los 10 muertos, 16 heridos. Según las primeras investigaciones de la policía, la bomba se encontraba escondida en un saco que había sido abandonado en el interior de la iglesia. Estalló en la función matutina de las 7:30, en la que participaban unas 400 personas.
En este lunes se celebraron los funerales de los fallecidos en la explosión en un clima de palpable y dolorosa tensión. La gente de este país asiático, uno de los más pobres del mundo, se pregunta quiénes han podido ser los autores de la matanza.
Según el informativo internacional de Radio Vaticano de este lunes, se mantiene en pie la hipótesis de que este atentado haya sido organizado por el fundamentalismo islámico, que en estos momentos está creciendo.
«Sin embargo, las óptimas relaciones interreligiosas establecidas en la diócesis, y el prestigio que se ha ganado la joven comunidad católica con su obra de asistencia y caridad, hacen pensar más bien en la acción de un grupo terrorista», concluye Radio Vaticano.
