En su misiva, escrita en latín y dirigida al cardenal belga Jan Pieter Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, el Santo Padre le nombra «enviado especial» y, al mismo tiempo, recuerda la visita que hizo a aquella arquidiócesis, guiada por el arzobispo Justin F. Rigali, en enero de 1999.