CIUDAD DE MÉXICO, 5 junio 2001 (ZENIT.org).- El asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara (México), fue un «crimen de Estado». Lo sostiene su sucesor, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien el sábado pasado entregó a la Justicia local pruebas que avalarían sus afirmaciones.
Dos semanas antes el actual cardenal de Guadalajara había hecho en Roma declaraciones de esta magnitud y, según órganos de prensa mexicanos no desmentidos, entregó a Juan Pablo II las pruebas de su afirmación.
El Cardenal Posadas Ocampo fue asesinado el 24 de mayo de 1993 en el aeropuerto internacional de Guadalajara. Según un informe, que la Procuraduría General de la República (PGR) quiso presentar como definitivo hace algo menos de un año, su muerte se debió a una confusión entre bandas de narcotraficantes, conclusión con la que estuvo en desacuerdo públicamente el cardenal Sandoval Iñiguez. Ahora bien, el informe estaba plagado de interrogantes sin respuesta.
La investigación de la PGR, aunque se había dado por concluida, quedó «en la reserva», es decir, con la posibilidad de se reabra en caso de que existieren nuevas pruebas. Ahora, que México ha experimentado un cambio político histórico, tras la llegada al poder de Vicente Fox, el primer presidente desde hace 70 años que no pertenece al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cardenal ha presentado ante la Procuraduría de Jalisco, estado al que pertenece Guadalajara, una ingente cantidad de documentos y testimonios en nueve discos compactos.
El cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, respaldó la iniciativa del cardenal de Guadalajara asegurando en declaraciones a la prensa que «todo mexicano que presente pruebas hace un bien a la patria porque lo que queremos es la verdad sobre estos grandes crímenes».
Un artículo publicado por la revista «Nueva Síntesis» (18 de Mayo de 2001) de la arquidiócesis de Guadalajara, el padre Juan Carlos Viteri Salinas, director del «Boletín de Información Pastoral» exponía tres elementos decisivos después de la publicación, el 27 de julio de 2000, del informe de la PGR con el que se trataron de archivar las investigaciones.
1. La persona del cardenal Posadas Ocampo queda totalmente limpia. Después del asesinato, algunos medios de comunicación ligados a antiguos políticos mexicanos quisieron sin pruebas ni éxito ligarlo a ambientes de narcotraficantes. El mismo informe de la PGR, recuerda el sacerdote de Gudalajara, concluye que «no tuvo nada que ver con acciones ilícitas, ya que su vida fue ejemplar, auténtica, hombre de Iglesia y buen pastor; tratándose de defensa de la fe y la moral, seguía una línea clara, culta y firme».
2. Las conclusiones del Gobierno de Jalisco, que hizo un informe paralelo y opuesto al de la PGR, prueban, con certeza jurídica, la hipótesis del complot contra el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
3. De las averiguaciones realizadas se cuenta con muchos elementos para llegar a conocer a los autores intelectuales y materiales de este homicidio.
Esta última conclusión ha llevado al cardenal a entregar la documentación que ha podido recoger en estos años.