LIMA, 8 junio 2001 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal Peruana ha hecho público un comunicado oficial para manifestar su alegría por el paso que el país ha dado «hacia la plena vigencia de la democracia», tras las elecciones presidenciales del pasado domingo.
Escrutado el 98,880% de los votos, Alejandro Toledo se ha convertido en el presidente electo de Perú, con el 53,07% de las preferencias. Su contrincante, Alan García, cuenta con el 46,93% de los votos válidos.
Para el Consejo permanente del episcopado peruano, según explica el comunicado, estas elecciones constituyen «la restauración del Estado de Derecho» y la recuperación de la «confianza interna y externa», que se había derrumbado tras los escándalos que rodearon la presidencia del ex presidente Alberto Fujimori, obligado a presentar sus dimisiones al descubrirse la red de corrupción organizada por su asesor de inteligencia, Vladimiro Montesinos, quien actualmente se encuentra prófugo, posiblemente en Venezuela, según algunas fuentes.
«Reiteramos que el origen de la crisis que afectó al Perú es de orden moral –insisten los obispos–, con incidencia en la problemática social, política, económica y judicial, que exige ahora un compromiso de gobernantes y gobernados esforzándose por la regeneración moral de nuestra Patria y la plena recuperación de la institucionalidad».
El comunicado de los obispos felicita «al Gobierno y a los organismos responsables por haber conducido el proceso electoral por la eficiente labor cumplida, que ha merecido el reconocimiento de los observadores europeos, de la Organización de los Estados Americanos y otros, que han devuelto la confianza al electorado y a la población en general».
Ahora, según el episcopado, «Perú necesita superar la polarización reinante mediante la concertación y el consenso de los nuevos responsables de gobierno con las demás fuerzas políticas, para afrontar los grandes desafíos del momento actual y devolver al pueblo la esperanza con respuestas concretas a sus legítimas aspiraciones de trabajo y alivio de la pobreza».
La situación de hecho es realmente dura. El Producto Interno Bruto (PIB), de unos 54.000 millones de dólares, registró una contracción acumulada de 2,2 por ciento en los cuatro primeros meses de 2001 y la pobreza afecta al 54 por ciento de los 25,7 millones de peruanos.
«En todos los rincones de nuestra Patria hemos orado por el Perú durante el proceso electoral y confiamos en la ayuda del Señor de la Vida y de la Historia para que impere la verdad y la justicia, se respete la dignidad y derechos de todos, se recuperen los valores morales, éticos, cívicos y religiosos, logrando así mejores condiciones de vida y desarrollo para todos, especialmente los marginados y excluidos», concluye el comunicado del Consejo permanente del episcopado peruano.