MADRID, 10 junio 2001 (ZENIT.org).- «La cultura es el terreno donde se juega el futuro del hombre». Lo afirma el cardenal Paul Poupard, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, quien repite la famosa frase de G. K. Chesterton: «para entrar en la Iglesia hay que quitarse el sombrero, no la cabeza».
Al concluir un viaje a España, el «ministro» de Juan Pablo II para la Cultura, en declaraciones al diario ABC (9 de junio), explica que «la Iglesia no busca protagonismo en el campo cultural, sino que le interesa porque hace suyos los gozos y las esperanzas, los sufrimientos y angustias de todos los hombres, porque le preocupa la suerte del hombre».
«Es evidente el retraimiento de la Iglesia respecto a la cultura contemporánea –reconoce–. Si en otras épocas hubo un predominio, por no decir monopolio, de la Iglesia en el campo cultural, se debía sobre todo a que muchos artistas vivían y respiraban un ambiente cultural cristiano. La Iglesia no aspira hoy a recuperar el protagonismo en el plano artístico o en el terreno del pensamiento, pero sí aspira a hacer oír el Evangelio».
No sólo se puede, sino que se debe ser cristiano con una fe razonada, según Poupard. Es más, cita una frase de Juan Pablo II en la que afirma que «una fe que no se hace cultura es una fe no fielmente vivida, no enteramente pensada, no plenamente acogida».
«Una de las mayores amenazas para la fe es verse confinada al terreno del sentimiento, renunciando a la racionalidad», concluye.