PARIS, 18 junio 2001 (ZENIT.org).- Hace unos días, el primer ministro Lionel Jospin anunció que en un futuro próximo los padres franceses varones podrán gozar de un «permiso de paternidad» de 14 días cuando nazca un hijo, con el sueldo íntegro, retribuidos por la previsión social.

La ley, que será presentada en el Parlamento en otoño, tiene la pretensión de «provocar la evolución de los comportamientos» dentro de la familia y la empresa, según palabras de la ministra de Familia e Infancia, la socialista Ségolène Royale.

El proyecto trata de salir al paso de la evolución de la sociedad francesa. Por una parte, hay un número cada vez mayor de mujeres que trabajan y quieren participar en la viuda pública; por otra, los hombres son cada vez más conscientes de la importancia del papel paterno y de la necesidad de crear una relación personal con los propios hijos desde la más tierna infancia.

Hasta ahora, los padres podían disfrutar sólo de tres días de «permiso por solidaridad familiar». Las mujeres que trabajan pueden gozar de 16 semanas de permiso por maternidad, por los dos primeros hijos, y 26 semanas a partir del tercer hijo.

Se sigue la tendencia de los países nórdicos: los «papás» daneses gozan desde hace tiempo de dos semanas de permiso, los finlandeses tienen 18 días y los suecos pueden hacer de padres a tiempo completo por cuarenta días, si la mujer tiene que trabajar.

La política familiar ha estado siempre entre las preocupaciones de los gobiernos de derecha, pero en los últimos años se ha convertido en un punto fuerte de las propuestas del gobierno socialista de Jospin.

Hasta hace poco los legisladores franceses se habían ocupado casi exclusivamente de la mujer: desde 1997, las mamás pueden, si quieren, trabajar a tiempo parcial (de 16 a 32 horas a la semana) en los dos primeros años desde el nacimiento del hijo o de su adopción, con la garantía de reencontrar el tiempo completo más tarde.

Al mismo tiempo, pueden pedir horarios compatibles con las exigencias familiares: muchas mujeres se quedan en casa el miércoles, día de vacación en las escuelas maternas y elementales.

La madre francesa tiene además la posibilidad de no trabajar hasta los tres años del último nacido, aún recibiendo de la seguridad social un bono proporcional al número de hijos. Si en cambio prefiere volver al trabajo puede elegir entre la guardería y la «nurrice» una «niñera» reconocida por el Estado y pagada con una asignación pública.

Francia es hoy, junto a Holanda, el país europeo en el que más aumenta el índice de población. Según estimaciones oficiales, desde hace tres años, los nacimientos aumentan y el año 2000 registró un aumento del 5%. Los matrimonios han sido 300.000, una cifra que no se había alcanzado desde hacía 17 años. Según los expertos, el efecto de un crecimiento económico estable se conjuga con una sensación de seguridad inspirada por una política de protección familiar.