Este tipo de clonación, que tiene por objetivo obtener células, implica la destrucción de los embriones, algo que ha rechazado en Francia el Consejo de Estado encargado de juzgar cuestiones de bioética.
El presidente Jacques Chirac se oponía a la medida, pues consideraba que abre la puerta a todo tipo de experimentos, incluso la clonación con fines de reproducción, y el tráfico de ovocitos.
El proyecto de ley del Gobierno de París permitirá sin embargo la experimentación con embriones congelados cuyos padres se han olvidado de ellos o ya no quieren continuar con su gestación.