CASTEL GANDOLFO, 26 agosto 2001 (ZENIT.org).- La residencia pontificia de Castel Gandolfo se convirtió durante los primeros días de agosto en la universidad de verano de Juan Pablo II.
A pesar de sus años, el Papa ha dado una prueba más de su constante inquietud intelectual, convocando un año más, conforme a una tradición iniciada durante sus años de arzobispo de Cracovia, a un grupo de físicos y filósofos para unas sesiones de debate y estudio. El tema elegido este año fue «Los modelos de Dios».
Como revelaba George Weigel, en su biografía «Testigo de esperanza», estos grupos de intelectuales y universitarios se reunían en Cracovia unas cuatro o cinco veces al año. Una vez elegido sucesor de Pedro, la frecuencia de estos encuentros pasó a ser bianual: el de este año ha sido el undécimo desde entonces.
Según ha declarado el físico Jerzy Janik, amigo personal del Papa desde que éste era capellán de la iglesia de San Florián, junto a la universidad de Cracovia, y coordinador de estos encuentros de Karol Wojtyla con filósofos y científicos, en este año «han afrontado un tema que puede parecer a primera vista un poco herético, al preguntarse si existe o no un modelo físico que permita llegar a representar la realidad divina».
El Papa ha seguido con mucho interés y sin perderse ninguna de las sesiones, las discusiones sobre las estrechas relaciones existentes entre las modernas teorías de la física cuántica y la idea de Dios.
En el encuentro de este año han participado también el astrónomo Michail Heller y el filósofo Tadeusz Styczen, sucesor de Karol Wojtyla en la cátedra de ética de la Universidad de Lublín.
Durante estos encuentros el Papa participa activamente en las discusiones, que con frecuencia se prolongan durante las comidas o los paseos por los jardines de Castelgandolfo.
Janik ha declarado que el Papa se encuentra en una perfecta forma intelectual, «tiene una gran energía espiritual y mental» comentó.