Monseñor Milingo denuncia la segregación aplicada por la secta Moon

Tras regresar a la Iglesia, se le impide encontrarse con la señora Sung

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ROMA, 26 agosto 2001 (ZENIT.org).- El arzobispo Emmanuel Milingo rompió el silencio que duraba 16 días, tras el encuentro que mantuvo con Juan Pablo II en Castel Gandolfo, para confirmar su deseo de regresar a la Iglesia católica y de encontrarse con María Sung, la mujer con quien se unió en la secta Moon, para explicarle esta decisión.

En una entrevista concedida al primer canal de la televisión italiana RAI, en la noche del pasado viernes, el ex arzobispo de Lusaka (Zambia) denunció que los líderes de la Federación de la Familia para la Paz Mundial y la Unificación del reverendo coreano Sun Myug Moon se oponen a su encuentro cara a cara con la mujer coreana, a pesar de que en un primer momento fue exigido por ellos mismos.

Aquella reivindicación había llevado a la señora Sung a comenzar una huelga de hambre, que dura desde hace catorce días.

Ante los micrófonos de la televisión, el arzobispo leyó un mensaje, que él mismo escribió con su puño y letra el 11 de agosto.

«A mi hermana María Sung, paz en Cristo –leyó el prelado ante los micrófonos–. Mi madre, la Iglesia católica, me ha llamado a regresar a su aprisco. Algunos prelados me han hablado en nombre de Jesús para ayudarme a entender la gran responsabilidad que tengo en la Iglesia. Hay muchas personas que me buscan y que me esperan. Más aún lo hacen las congregaciones que yo mismo he fundado y que esperan mi guía espiritual. Las palabras del Santo Padre me han conmovido: «En nombre de Jesucristo, vuelve a la Iglesia católica». Mi deseo ferviente es, por tanto, obedecer al Santo Padre y someterme a las leyes de la Santa Madre Iglesia. Yo te amo como hermana. Continuaré rezando por ti durante toda mi vida. Que el Señor te bendiga».

Segregación en la secta Moon
Ante las cámaras, Milingo apareció bastante delgado, con barba de unos cuatro días, pero sumamente sereno y lúcido a la hora de responder a las preguntas de varios periodistas italianos, entre los que se encontraban los corresponsales de «La Repubblica» y «Corriere della Sera», los dos periódicos más vendidos en Italia.

«Estoy haciendo todo lo posible para encontrarme con María, de modo que los dos podamos hablar de nuestro futuro», dijo el arzobispo respondiendo a las preguntas del periodista de la RAI. El problema, añadió, es que no la secta Moon no le deja hablar con ella.

«Si María hubiera podido leer esta carta, ciertamente la habría comprendido. Pero se ha impedido el que esta carta llegue a sus manos. No se la han querido dar», añadió.

«Me sentía solo»
«¿Cómo llegó a dar un paso tan sorprendente?», le preguntó uno de los periodistas. «Durante treinta años siempre he trabajado junto a los necesitados y enfermos, incluso en medio de muchas dificultades. A veces he sido tachado de brujo y supersticioso. Me sentía solo. Después, poco a poco, se me acercó la Iglesia de la unificación, que predica el amor verdadero en el matrimonio. Y yo me fui con ellos. Pero después comprendí que había cometido un error gravísimo, me he arrepentido, y por esto he pedido al Santo Padre regresar a la Iglesia».

En sus declaraciones a los periodistas, el arzobispo denunció que ya en Estados Unidos, tras la ceremonia del «matrimonio», la secta Moon le tenía segregado y no le dejaba hablar con ninguno de su amigos.

María Sung vio la entrevista al ser transmitida por televisión junto a los periodistas que se encuentran en su hotel de Roma. Al final, se levantó con energía. «No le creo –fueron sus únicas palabras–, le han drogado. Continuaré con el ayuno».

Tras el encuentro que mantuvo con Juan Pablo II, el pasado 7 de agosto, monseñor Milingo escribió una carta al pontífice el 11 de agosto, publicada por la Sala de Prensa del Vaticano tres días después, en la que confirmaba su deseo de regresar a la Iglesia católica, y de ser fiel al celibato al que se comprometió con su ordenación sacerdotal. Por este motivo, en el mensaje, anunciaba que renuncia a la convivencia con la señora Sung y a la relación que mantenía con la secta Moon. Estas condiciones habían sido exigidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe para evitar la excomunión.

El enlace entre el obispo y la mujer coreana fue organizado por el reverendo Sun Myung Moon sin que ninguno de los dos se conociera precedentemente. El «matrimonio» en el seno de esta secta, caracterizado por las ceremonias masivas de contrayentes que no se conocen, no es reconocido por la Iglesia católica.

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ZENIT Staff

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