Monseñor Shlemon Warduni, obispo auxiliar de Bagdad de los caldeos, en declaraciones a Radio Vaticano, ha afirmado que los bombardeos contra la población servirían para «empeorar la situación», convirtiéndose en «un gran acto de injusticia».
Monseñor Warduni agradece además a Juan Pablo II la ayuda que ha ofrecido a su país, denunciando las nefastas consecuencias del embargo, que ha provocado la muerte de «un gran número de niños y ancianos» y ha robado «la esperanza a los jóvenes».
La última petición pública presentada por el Santo Padre para acabar con las sanciones económicas impuestas a Irak tuvo lugar el pasado martes. El embargo, según consideran fuentes vaticanas consultadas por Zenit, tiene por primeras víctimas a los inocentes y da fuerza al régimen de Sadam Hussein, que se convierte en el único distribuidor de los recursos de un país aislado.