YAKARTA, 15 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Las tensiones entre musulmanes y cristianos en Indonesia han estallado nuevamente en las pasadas semanas.

El viernes, 7 de diciembre, miles de cristianos se escondieron en las montañas llenas de junglas de la isla de Sulawesi, después de que sus aldeas fueran atacadas y saqueadas por las milicias musulmanas, informaba Associated Press. En las pasadas semanas también ha estallado la violencia en las Molucas y en la isla de Java.

En octubre, los guerreros musulmanes atacaron las aldeas cristianas cercanas a la ciudad de Poso, en Sulawesi. Armados con bombas y armas automáticas, los extremistas atacaron los autobuses que llevaban a los cristianos. Y en el este de Java, el 26 de octubre, era incendiada y saqueada la iglesia baptista de la aldea de Tulung.

Los problemas más serios tuvieron lugar en las Molucas, donde se espera la reconciliación tras los fieros disturbios entre musulmanes y cristianos de los dos últimos años. Tres cristianos fueron asesinados el 1 de noviembre en la isla de Buru.

Algunos cientos de militantes musulmanes armados asaltaban la principal aldea cristiana de Waimulang, dejando cuatro muertos y destruyendo al menos 350 hogares. Más de mil personas huyeron a las bosques para salvarse.

Los 10.000 combatientes de la Laskar Jihad se encuentran detrás de muchos de los hechos violentos ocurridos en las Molucas, que han dejado cerca de 15.000 muertos o heridos desde 1999.

Indonesia es el país musulmán más poblado del mundo. Cerca del 85% de sus 228 millones de habitantes son musulmanes. El resto son cristianos, hindúes o budistas.

El 1 de diciembre, Associated Press informaba que miles de aldeanos cristianos de Sulawesi estaban sufriendo ataques de los paramilitares armados musulmanes. Los refugiados estaban siendo hospedados en iglesias y edificios gubernamentales, decía el padre Langgino Sangkide, que vive en la ciudad de Tentena.

La lucha entre aldeanos musulmanes y cristianos en Sulawesi, a unas mil millas al noroeste de Yakarta, ha costado al menos mil vidas en los dos últimos años. Docenas han sido asesinados en las últimas semanas.

El Jakarta Post citaba al Obispo Joseph Suwatan de Sulawesi, quien decía que los milicianos armados habían usado excavadoras para destruir casas, iglesias y escuelas. Las Naciones Unidas han avisado de que el incremento de la tensión en la región podría provocar un torrente de refugiados. Al menos 50.000 personas han sido ya desplazadas.

Un reportaje del Sydney Morning Herald informaba de que más de 7.000 luchadores musulmanes, fuertemente armados se estaban preparando para atacar a los más de 60.000 campesinos cristianos de Sulawesi, según las Naciones Unidas y los responsables de las iglesias.

Miles de aldeanos cristianos en la zona de Tentena temen un ataque inminente de los luchadores de la Jihad, que han sido entrenados por extranjeros procedentes de Afganistán y Pakistán.

Un grupo de una iglesia que viajaba la pasada semana por el área informó de haber visto banderas de la Laskar Jihad en muchas barricadas. Algunos tenían fotografías de Osama bin Laden con estas palabras: “Éste es nuestro líder”.

El Jakarta Post citaba testigos que afirmaban que decenas de personas habían sido asesinadas y destruidas miles de casas en los pasados días por milicias musulmanas organizadas y uniformadas, equipadas con ametralladoras, lanzadoras de cohetes e incluso excavadoras.

Associated Press informaba el 3 de diciembre que Asmara Nababan, un miembro de la Comisión Nacional para los Derechos Humanos del gobierno indonesio, había dicho que la situación en la región central de Sulawesi estaba empeorando rápidamente y la violencia continuaba a pesar de las patrullas.

Decía que las ciudades de Tentena en las que predominaban los cristianos estaban rodeadas de amenazadores luchadores musulmanes. Nababan dijo que tres investigadores de derechos humanos habían sido enviados a la región para examinar porqué la policía y los militares parecían incapaces de parar el conflicto.

El 5 de diciembre el Sydney Morning Herald informaba de que más de 2500 soldados y policías habían sido establecidos en la región central de Sulawesi. Los luchadores musulmanes estaban a punto de atacar las aldeas cristianas en un remota área donde 150 personas han muertos en los enfrentamientos los pasados dos meses.

¿Conexiones con los talibán?
Un informe de la BBC del 15 de noviembre explicaba que Indonesia tiene un gran número de grupos radicales islámicos, muchos de los cuales tienen conexiones cercanas a organizaciones militantes similares a lo largo de todo el mundo islámico.

Aunque pocos en números y marginales con respecto a una sociedad, por lo general, tolerante, los grupos radicales islámicos se han vuelto mucho más atrevidos y visibles, según la BBC.

En las últimas semanas, uno de estos grupos, Darul Islam, ha establecido fuertes lazos con los talibán de Afganistán. “Cada año desde 1989, ha estado habiendo cooperación en entrenamiento militar, y hemos enviado entre 100 y 200 personas cada año a Afganistán para ser entrenados y convertirse en mejores soldados del Islam”, ha dicho el portavoz del grupo Al Chaidar.

Informó que la asistencia de una red internacional de extremistas musulmanes, que incluye al-Qaida, ha llegado a Indonesia. Esta se destina principalmente a ayudar a luchadores musulmanes locales para que continúen su jihad contra los cristianos en las Molucas.

El presidente bajo presión
Megawati Sukarnoputri llegó a la presidencia el 23 de julio, después que la Asamblea Consultiva del Pueblo votara 591-0 la salida del cargo de Abdurrahman Wahid por incompetencia y corrupción generalizadas.

Su prioridad principal ha sido aclarar los problemas financieros que debía afrontar el país, hacía notar el Asian Wall Street Journal del 6 de diciembre.

La moneda local, la rupia, ha continuado su caída, de todas maneras, y en las últimas semanas la Agencia de Reestructuración del Banco de Indonesia se vio forzado a vender algunos de los fondos propios para cubrir su deuda externa masiva de 140 mil millones de dólares, informaba el Journal.

La nueva presidenta tampoco ha sido capaz de contener la violencia secesionista que amenaza muchas zonas. Según el Journal, casi la mitad del ejército indonesio ha sido destinado a Aceh, a Irian Jaya y a otras provincias rebeldes. Al usar el ejército para estas tareas seguramente que se produzcan violaciones de los derechos humanos, temen los observadores.

Los movimientos extremistas y secesionistas islámicos no solamente amenazan a los cristianos. Como explicaba el análisis de Stratfor el 10 de octubre, estos problemas representan un peligro importante para las inversiones de compañías extranjeras tan necesarias. La industria del turismo también está sufriendo.

Otro peligro es que la dependencia del ejército, a la hora de estabilizar el país, dé a los militares más influencia política. Con antelación se han dado llamamientos a los militares –cuya representación en el parlamento se ha visto recortada de 100 a 38 escaños- para que echen a todos los políticos fuera.

Cuatro miembros del gabinete son militares y, según Stratfor, Megawati no quiere que las fuerzas armadas logren mayor control sobre la situación política, que haría que la presidenta llevara una piedra atada al tobillo.

Para los cristianos, las gravísimas dificultades de la presidenta de Indonesia significan que los grupos extremistas serán capaces de actuar más veces sin temor a los controles del gobierno.