ROMA, 8 diciembre 2001 (ZENIT.org).- “La Tierra al borde del precipicio”. Esto no es una referencia a los recientes ataques terroristas ni a la querra en Afganistán, sino el título de un reportaje de Reuters sobre el último informe de la Naciones Unidas sobre la población mundial.

El informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas para el año 2001, “Huellas e Hitos, Población y Cambio Ambiental”, se publicó en noviembre. Reuters, el 7 de noviembre lo presentó con las siguientes palabras: “La raza humana está explotando la Tierra hasta un grado insostenible”.

“Lo estamos contemplando desde un precipicio. Es una crisis de proporciones globales que necesita que se reconduzca de manera urgente”, decía Alex Marshall, editor del informe para el 2001, en una conferencia de prensa. Por si acaso olvidamos este mensaje, Marshall añadía: “Siendo francos, reunir los datos de este informe me ha causado pánico”.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) ha puesto de relieve en este informe que la población mundial se ha doblado desde 1960 hasta los 6.100 millones.

“El crecimiento de la población y la contaminación, propagada por las nuevas tecnologías y la globalización, están alterando el planeta en una escala sin precedentes” avisan las Naciones Unidas.

Y la solución que propone el FNUAP: “Alcanzar igual status para hombres y mujeres y garantizar el derecho a la salud reproductiva, incluyendo el derecho a escoger la cantidad de familia y el intervalo para tenerla”. Salud reproductiva, como saben quienes estén familiarizados con el lenguaje de las Naciones Unidas, incluye aborto a petición para todos –incluyendo las menores de edad, libre distribución de anticonceptivos y educación sexual que promueve la promiscuidad.

La obsesión del FNUAP con el control de población no es nueva. El último informe recordaba a los lectores: “La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD) de 1994, unió protección ambiental a decisión individual y derechos humanos, incluyendo la igualdad de género y el derecho a la salud reproductiva”.

El informe continúa enumerando una serie de graves peligros ecológicos que afronta el mundo.

+ Para el año 2050, avisa de que más de 4.200 millones de personas estarán viviendo en países que no podrán conseguir los recursos necesarios de 50 litros de agua diarios por persona para cubrir las necesidades básicas.

+ Entre 1985 y 1995, el crecimiento de la población dejó atrás al incremento en la producción de alimento, en los 64 de los 105 países en vías de desarrollo estudiados, teniendo África la peor parte.

+ La atmósfera se calentará alrededor de los 5,8 grados Celsius durante la próxima centuria, y el nivel del mar subirá cerca de medio metro.

+ El cambio climático tendrá un serio impacto, con tormentas mayores, inundaciones y erosión del terreno, extinciones aceleradas de plantas y animales, cambios en las zonas agrícolas, y amenaza a la salud pública por el incremento de la necesidad de agua y de las enfermedades tropicales.

+ En las últimas décadas, mientras aumentaba el crecimiento de la población, el grado de deforestación ha alcanzado los niveles más altos de la historia.

+ El aumento de las zonas urbanas presenta otro desafío. Muchas ciudades en países en vías de desarrollo afrontan serios desafíos medioambientales a la salud y las condiciones se agravan debido al rápido crecimiento, a la falta de infraestructuras apropiadas para afrontar las necesidades crecientes, al agua y al aire contaminados, y más basura de la que pueden manipular.

¿El desastre a la vuelta de la esquina?
Ésta es una selección de algunos de los problemas que presenta el informe. ¿Pero es en realidad la situación tan mala? Algunos comentaristas han acusado al FNUAP de exageraciones, debidos a su deseo de extender la planificación familiar.

Por ejemplo, Stephen Mosher del Instituto de Investigación sobre Población, calificó el informe como un “documento agenda, basado en las premisas del mito de la sobrepoblación”, y dijo que muchas personas, en los países en que el FNUAP está presente, no quieren sus servicios y los ven como faltos de autoridad y serviles.

Es más el informe del Fondo de Población no es ni siquiera representativo de la opinión de las Naciones Unidas. La División de Población del Departamento de Economía y Asuntos Sociales recientemente ha publicado un informe titulado: “Población, Medio Ambiente y Desarrollo”, cuyas conclusiones no son nada pesimistas.

Algunos de los puntos de la División de Población son los siguientes:

+ Desde 1900 al 2000, la población mundial creció desde los 1.600 millones a los 6.100 millones de personas. Mientras que la población mundial se multiplicaba por cuatro, el producto bruto real se incrementaba entre 20 y 40 veces, permitiendo al mundo no solamente sostener una población cuatro veces superior, sino también hacerlo con condiciones de vida abiertamente superiores.

+ El porcentaje de población mundial que vive en absoluta pobreza (vivir con menos de un dólar al día) bajó desde cerca del 28% en 1987 al 24% en 1998.

+ La producción agrícola mundial ha superado al crecimiento de población, y el precio real de la comida ha bajado.

+ En cuanto a la cuestión del alimento, el Director General de la Organización de la Alimentación y la Agricultura, Dr. Jacques Diouf, establecía el pasado 16 de octubre que “la lucha contra el hambre será difícil, pero es una batalla que podemos y debemos ganar”. En una nota de prensa para el Día Mundial de los Alimentos, el Dr. Diouf no hacía mención a la población como un problema. Entre los principales obstáculos para reducir el hambre, citaba la falta de paz y estabilidad política.

+ En cuanto al calentamiento global, la División de Población destacaba que la influencia humana proviene principalmente de las formas de producción, no del volumen, crecimiento y distribución de la población. Además, continúa el informe, los seres humanos pueden tener también un efecto positivo sobre el medio ambiente: como resulta del combate de los humanos contra las amenazas medioambientales tradicionales como la peste bubónica, la viruela, la tuberculosis y parecidas que han llevado al siglo XX a ganar en esperanza de vida y salud.

+ Incluso para aquellos problemas medioambientales que se concentran en países con un rápido crecimiento de población, no es necesariamente el incremento de población la principal causa, ni el parar dicho crecimiento la solución al problema: también otras “fuerzas conductoras” sociales y tecnológicas contribuyen normalmente a la degradación ambiental.

+ El problema medioambiental no tiene que ver no sólo con el cambio poblacional, sino también con cómo y qué se produce y consume ahora y en el futuro.

Bjorn Lomborg, un ex activista de Greenpeace, en su libro “El Ecologista Escéptico”, observaba que oímos con frecuencia el problema de la sobrepoblación, normalmente rodeado por un largo glosario de imágenes de masas apretadas.

Y sin embargo, observa Lomborg, muchos de la países más densamente poblados están en Europa. El Sureste de Asia, designado con frecuencia por los comentaristas que avisan sobre los peligros de población, tienen el mismo número de personas por kilómetro cuadrado que el Reino Unido. Mientras que Holanda, Bélgica y Japón están muchísimo más densamente poblados que la India.

Además, en el futuro el mayor parte del crecimiento de población tendrá lugar en las ciudades, dejando sin aumento en la densidad de población a la mayor parte de la tierra. Según los pronósticos, en los próximos treinta años la población rural del mundo permanecerá casi inmutable.

Mientras que las condiciones de vida en las ciudades del Tercer Mundo son con seguridad no ideales, Lomborg hace notar que incluso los habitantes de las zonas de chabolas viven mejores vidas que las que vivirían en las áreas rurales. El suministro de agua, el alcantarillado, la salud y la educación son normalmente mejores en las zonas urbanas.

Los problemas de familias que mueren de hambre, de las muertes prematuras y las condiciones desdichadas, defiende Lomborg, se deben no tanto a la mucha población, sino a la pobreza.

Naturalmente existen serios problemas medioambientales que hay que resolver y sería un error no prestarles atención. Sin embargo, es una falacia atribuir las enfermedades del mundo a la sobrepoblación y proponer “normas reproductivas” como la solución.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas debería hacerlo mejor para luchar por la justicia económica y promover medios para acabar con la pobreza. La gente lo que más necesita es que se le asegure unos adecuados ingresos familiares, y un acceso a una educación decente y trabajo.