CIUDAD DEL VATICANO, 17 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La violencia está convirtiendo los Santos Lugares en piedras de museo, denuncia el encargado de la Custodia en Tierra Santa.
El padre Giovanni Battistelli, ofm, ha hecho estas declaraciones a Zenit tras concluir el pasado jueves un encuentro con el Papa y los líderes católicos de Jerusalén y de varias conferencias episcopales del mundo sobre el futuro de los cristianos en los santos lugares.
«Estamos viviendo una situación en la que los cristianos tienen que afrontar dificultades tremendas, y muchos sienten la tentación de marcharse», denuncia.
De hecho, revela, «unas 470 familias ya se han ido», desde que comenzó la Intifada a finales de septiembre de 2000.
Según reveló el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, en la cumbre católica presidida por el Papa sobre Tierra Santa, ya sólo quedan 117.000 católicos, entre Israel y los Territorios Palestinos, en una población de 6.100.000 habitantes.
El Papa Pablo VI ya había alertado ante esta situación, sigue diciendo el padre Battistelli, quien había pedido que la Tierra de Jesús no se transforme «en un museo».
«Debemos tratar de que esto no continúe –sigue diciendo el franciscano–. Pero la solución no está en nuestras manos, sino en las de sus responsables. Pienso que muchas veces se actúa con mucha falta de responsabilidad, tanto por una parte como por la otra: la muerte y la destrucción no hacen más que aumentar el odio».
Por lo que se refiere a la obra de los Frailes Menores (franciscanos) en Tierra Santa, Battistelli explica que su labor consiste en «hablar, alentar, dar esperanza, infundir confianza en el futuro».
«Tratamos de aportar elementos que pueden llevar a una solución cristiana en todo lo que está sucediendo. Pero me doy cuenta de que para hablar de amor y de paz es necesario que haya también justicia en las conversaciones que se tienen entre los responsables», sigue diciendo.
«No es fácil transmitir un mensaje de amor en medio de los cañonazos, misiles y actos terroristas –constata–. Cada uno debe asumir sus propias responsabilidades para poder llegar a una paz en la justicia».
Los religiosos franciscanos están atendiendo al menos a 500 familias, para que puedan comer algo en Navidad.
«Si bien se viven situaciones difíciles, el perdón es el único camino que lleva a la paz. Espero que el Señor nos ayude a saber perdonar, a saber amar a través de un intercambio de perdón y de caridad», afirma.