MILAN, 19 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La relación entre las mujeres y las principales religiones monoteístas fue afrontada este martes en un congreso sobre «Mujeres y Religiones» organizado por la Provincia de Milán.
El congreso se ha hecho eco de las palabras de la periodista Oriana Fallaci, en un artículo escrito el 29 de septiembre a raíz de los atentados del 11 de septiembre.
«¿Qué actitud adoptar ante el asunto del chador…? ¿Ante la poligamia o el principio de que las mujeres deban contar menos que los camellos, que no deban ir a la escuela, no deban ir al médico…?», se preguntaba Oriana Fallaci.
Su artículo, «La rabia y el orgullo», publicado en el «Corriere de la Sera», ha sido traducido en muchos idiomas y publicado por periódicos nacionales de diferentes países, dando lugar después a un libro.
«Un seguimiento del mundo musulmán revela que el rechazo de la cuestión de la mujer en realidad es el rechazo a la cuestión de la modernidad», indicó el profesor Khaled Fouad Allam, profesor de Sociología del mundo musulmán en la Universidad de Trieste.
«La sociedad musulmana –añadió– vive actualmente una esquizofrenia entre signos de modernización en la sociedad, en lo externo, con mujeres doctoras, abogadas, y al mismo tiempo estructuras profundas que pretenden la aplicación de la ley islámica al derecho civil en los países musulmanes».
Por su parte monseñor Franco Buzzi, director de la Academia de San Carlos de Milán, explicó que el contexto histórico indudablemente influye en la vivencia de la las costumbres en las comunidades religiosas.
Desde el Génesis, recordó, «se da el principio abstracto de la paridad absoluta entre hombre y mujer, sin embargo, en cada época ha vivido este principio dependiendo de la cultura del momento».
La Iglesia católica vivió durante siglos esta dicotomía «hasta que el Concilio Vaticano II estableció absoluta claridad», añadió el teólogo.
«El prejuicio y la sexofobia en la Iglesia duró mucho –afirmó–. A partir de Pío XII la postura cambia debido a la instauración del sufragio universal».
La Iglesia subraya que la mujer debe integrarse en la sociedad aportando sus valores específicos y no masculinizándose.
Por su parte, Tulia Zevi, ex presidenta de la Unión de Comunidades Judías, explicó que la mujer en la cultura judía ha sido vista siempre como «transmisora de los valores tradicionales lo que ha condicionado por siglos su autonomía personal, negándole toda específica entidad».
Mientras que en tiempos bíblicos la mujer estudiaba a la par del hombre, con el paso del tiempo disminuye esta paridad y se la excluye del estudio de la Torá alegando su inferioridad intelectual.
Con la Ilustración, se abrirán de nuevo las puertas de la educación a la mujer, en la tradición judía. Zevi Indicó que la situación actual ha cambiado hasta el punto de que hoy en Estados Unidos hay más de trescientas mujeres que son rabinos.